15/04/2010 | Actualidad > AsiaMedia
Kirguistán encaró su independencia en un modo bien distinto al resto de ex repúblicas soviéticas de Asia Central, acometiendo con intensidad las reformas que desde Occidente eran diseñadas en pos de avanzar hacia el libre mercado y la democracia liberal. El desarrollo económico y social del país quedó lastrado, según un amplio consenso académico, a consecuencia del fundamentalismo de mercado que guió las estrategias del Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio en los años noventa

Kirguistán encaró su independencia en un modo bien distinto al resto de ex repúblicas soviéticas de Asia Central, acometiendo con intensidad las reformas que desde Occidente eran diseñadas en pos de avanzar hacia el libre mercado y la democracia liberal. El desarrollo económico y social del país quedó lastrado, según un amplio consenso académico, a consecuencia del fundamentalismo de mercado que guió las estrategias del Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio en los años noventa. Kirguistán pronto se vio atrapado en sucesivas crisis económicas que tornaron en sociales y humanitarias. En el terreno político, sorprende comprobar hoy como los análisis sobre los principales desafíos y peligros que afrontaba Kirguistán para alcanzar estabilidad y consolidar la democracia, estuvieron dominados por explicaciones efectistas de tipo cultural, algunas de las cuales se pierden en la noche de los tiempos. El periodo transcurrido muestra que la vasta retahíla de predicciones sobre potenciales enfrentamientos de tipo religioso, tribal o étnico en Kirguistán no han encontrado reflejo significativo. Por ejemplo, la tardía politización del Islam no ha producido conflictos mayores, aún cuando el fundamentalismo ha hecho aparición en el sur del país. De igual modo, pese a periódicos eventos de tensión étnica, sobre todo en el sur del país, con el aumento de la diáspora uzbeka en el valle del Ferghana, no es posible identificar en ello una explicación a una sola de las principales dinámicas políticas del estado kirguís.

Incluso la recurrente explicación, no sólo en medios periodísticos sino también en la literatura científica, sobre la influencia política de los clanes ancestrales, es decir del tribalismo, debe quedar aparcada en un plano segundo y local. En 2009, sin embargo, se puede afirmar frente a argumentos de tipo religioso, étnico o tribal, que es la persistencia de determinados rasgos anejos a un sistema neopatrimonialista la que, a través de su influencia en los episodios de inestabilidad política y mecanismos de informalidad institucional, ha determinando el balance entre éxitos y fracasos de Kirguistán en su papel como isla de la democracia de Asia Central. Este sistema, además, ha estado acompañado de un fuerte componente regionalista, legado de la división administrativa y económica soviética. En este sistema de tendencia neopatrimonialista el clan ha jugado un rol decisivo en el proceso de toma de decisión. Es necesario especificar, no obstante, que el significado de ‘clan’ utilizado por cuanto durante el periodo soviético es distinto del del antiguo clan ancestral o tribu (plemya). Esta versión alternativa del clan está basada en las relaciones y contactos de interés (svyazi, znakomstva o blat), especialmente en aquéllas centradas en el regionalismo (mestnichestvo). Siendo estas acepciones de clan las protagonistas en las dinámicas políticas de Kirguistán tras la independencia y las que se contemplan en este análisis. A pesar de la persistencia neopatrimonialista, cabe señalar que Kirguistán sigue siendo una isla en la región centroasiática. A ciencia cierta no es una isla de la democracia, pero tanto sus éxitos como fracasos distinguen a Kirguistán de sus vecinos centroasiáticos. Y es que, aunque en los últimos años se tiende a destacar mayormente los fracasos y carencias del régimen kirguís, conviene advertir que éstos figuran en una trayectoria en la que la retórica de una búsqueda de legitimidad democrática de sus instituciones y gobernantes ha estado presente. Lamentablemente hoy, sin embargo, esa búsqueda de legitimidad democrática está siendo sustituida bajo la presidencia de Kurmanbek Bakiyev por el modelo ruso de democracia dirigida. En el otro lado de la balanza hay éxitos visibles en sus niveles de pluralismo y liberalización política, libertades públicas y respeto por otros Derechos Fundamentales. Todo ello la distinguen de Kazajstán, y la alejan definitivamente de Uzbekistán, Turkmenistán o Tayikistán. A continuación se analiza, bajo los criterios indicados anteriormente, tres etapas que estructuran el recorrido de Kirguistán hacia la consolidación de su régimen político.

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