13/03/2009 | Actualidad > AsiaMedia
Japón es la primera economía asiática y la segunda mundial, pero atraviesa tiempos difíciles. Vive una de las peores crisis, política y económica, desde la Segunda Guerra Mundial. El país sufre los efectos negativos de la crisis financiera global que ha provocado que la economía japonesa, tras siete años de crecimiento económico, entrase en una fase de recesión con el fantasma de la deflación otra vez al acecho. Aunque la crisis económica afecta también a otros países de la OCDE, el panorama se complica más en el caso de Japón en la medida que debe afrontarla en un marco de inestabilidad política del Partido Liberal Democrático (PDL) en el poder casi ininterrumpidamente desde 1955

Japón es la primera economía asiática y la segunda mundial, pero atraviesa tiempos difíciles. Vive una de las peores crisis, política y económica, desde la Segunda Guerra Mundial. El país sufre los efectos negativos de la crisis financiera global que ha provocado que la economía japonesa, tras siete años de crecimiento económico, entrase en una fase de recesión con el fantasma de la deflación otra vez al acecho. Aunque la crisis económica afecta también a otros países de la OCDE, el panorama se complica más en el caso de Japón en la medida que debe afrontarla en un marco de inestabilidad política del Partido Liberal Democrático (PDL) en el poder casi ininterrumpidamente desde 1955.

Después de una excepcional etapa de estabilidad política bajo el liderazgo de Junichiro Koizumi (2002-2006), Japón ha tenido tres primeros ministros en algo más de dos años. Koizumi renunció sorpresivamente a su cargo en septiembre de 2006, siendo substituido por Shinzo Abe. El nuevo primer ministro derrochó muy pronto la herencia política recibida de su carismático antecesor. El PLD, perdió en julio de 2007 la mayoría en la Cámara Alta. Ésta quedo bajo el control del grupo opositor, el Partido Democrático de Japón (PDJ), liderado por Ichiro Ozawa. La mala gestión gubernamental y las disputas internas en el propio PLD provocaron, en septiembre de 2007, la dimisión de Shinzo Abe, que sería substituido por Yasuo Fukuda. Éste intentó sin éxito recuperar el liderazgo político necesario para superar la debilidad de la económica. Sus principales propuestas legislativas quedaron bloqueadas en la Cámara Alta. Para frenar su pérdida de popularidad llevó a cabo, el 1 de agosto, un profundo cambio en su gobierno. Sin embargo, el 1 de septiembre de 2008, anunció de improviso su dimisión al no lograr, una vez más, los apoyos necesarios para aprobar sus iniciativas legislativas para estimular la economía.

Para sustituir a Yasuo Fukuda el PLD eligió el 22 de septiembre a Taro Aso, secretario general del partido y ex ministro de Asuntos Exteriores, refrendado el 24 de septiembre en una sesión especial de la Cámara Baja, donde el PLD sí ostenta la clara mayoría, reforzada por el apoyo de su aliado, el Nuevo Komeito. Se daba por descontado que Taro Aso adelantaría las elecciones legislativas previstas, en principio, para octubre de 2009. Sin embargo, ante el agravamiento de la situación económica provocada por la crisis financiera global, el primer ministro decidió agotar la legislatura buscando los apoyos internos e internacionales para afrontar la crisis.

Taro Aso aún no ha logrado aún, a principios de marzo, que su Plan de estímulo de la economía reciba la luz verde del Parlamento debido a la oposición frontal del PDL. La forzada dimisión de su ministro de Finanzas, Shoichi Nakagawa, constituyó la gota que desbordó la confianza de los ciudadanos en las capacidades del PLD para gestionar eficazmente la recuperación económica del país. Taro Aso parece tener los días contados como primer ministro. Su partido ya le esta buscando un sustituto para intentar salvar los muebles del PLD ante las próximas elecciones legislativas previstas para antes de octubre.

El PDJ ve cada vez más cerca la posibilidad de que finalmente tenga lugar en Japón, en 2009, una alternancia en el poder político. Actualmente, el PLD disfruta de una holgada mayoría de 303 de los 480 escaños de la Cámara Baja, gracias a la espectacular victoria obtenida en su día por Junichiro Koizumi en las elecciones legislativas de 2005. El PDL solo cuenta con 113 escaños. Esto significa que el principal partido opositor necesitará más del doblar su actual representación parlamentaria en aquella cámara. Un objetivo s su slcsnce teniendo en cuenta el enorme desgaste político sufrido por el PLD que se manifiesta en unos índices de aceptación popular que han bajado hasta el 10%.

Merece destacar que durante su reciente visita a Tokio, el 19 de febrero, la Secretaria de Estado Hillary Clinton mantuvo también una reunión con Ichiro Ozawa para conocer personal y directamente las posiciones del PDL en el ámbito de la política exterior. Se trata de un importante detalle que denota que los EEUU no descartan la posibilidad de que se produzca un cambio político de Japón, que podría afectar a las actuales relaciones especias con los EEUU. Estos han reiterado su apuesta de seguir considerando a Japón como su principal aliado estratégico en Asia Oriental y así se puso de manifiesto al ser el primer ministro japonés, Taro Aso, el primer dirigente extranjero recibido por el presidente Barack Obama en la Casa Blanca, el pasado 24 de febrero. Pero un nuevo gobierno encabezado por Ichiro Ozawa podría afectar a la estrecha cooperación bilateral existente en el ámbito militar. Es sobradamente conocida la oposición del PDL a la participación japonesa en operaciones militares en el exterior, salvo en operaciones de mantenimiento de la paz bajo autoridad y supervisión de las NNUU. Se opuso con firmeza a que la flota japonesa dé apoyo logístico a la estadounidense en el Océano Índico, en operaciones relacionadas con la lucha contra el terrorismo internacional.

Después de una larga fase de expansión económica que arrancó en 2002, Japón ya entró en recesión en 2008. El Gobierno reconoció el 16 de febrero que el PIB japonés se había contraído un 12,7% en el cuarto trimestre de 2008. Lo más grave es que, esta vez ,la recesión económica también ha golpeado a los EEUU, la UE y a algunos de sus más importantes vecinos asiáticos como Corea del Sur y Taiwán. Y lo peor es que ha coincidido con una desaceleración económica en China, el principal destino de las exportaciones japonesas.

Ello ha provocado una drástica caída de las exportaciones japonesas que en enero descendieron un 46% en relación al mismo mes del año anterior. Tampoco ayuda la fuerte apreciación de yen respecto a otras monedas: un 24% con el dólar, un 32% con el euro y un 60% con la libra esterlina. Un yen alto encarece las exportaciones y abarata las importaciones, provocando ya en octubre de 2008 el primer déficit comercial en 28 años. El frenazo del sector exterior ha derivado, a su vez, en un descenso brusco de la producción industrial, un aumento de sus stocks en fábrica de las grandes empresas exportadoras, especialmente las del sector del automóvil y de la electrónica. Y la caida de la demanda exterior obliga a las empresas a realizar profundos ajustes laborales que acaban de hacen trizas el tradicional marco laboral japonés. El Banco del Japón ha bajado los tipos de interés a prácticamente cero. Pero la demanda interior no es capaz de suplir al sector exportador, el gran motor de la economía y mucho menos en una sociedad como la japonesa, muy ahorradora y cada vez más envejecida. Las perspectivas de futuro son sombrías. La OCDE no descarta que, en 2009, la deflación vuelva a Japón.

Ante la delicada situación económica sería conveniente un acuerdo parlamentario entre el PLD y la oposición para aprobar un Plan de urgencia para amortiguar la crisis y estimular, en la medida de lo posible, la economía. Este acuerdo sí se ha producido el pasado 1 de marzo en Corea del Sur donde el Gobierno y el principal partido opositor, tras dos meses de duro enfrentamiento, han acordado en la Asamblea Nacional la aprobación gradual de las medidas legislativas necesarias para responder a la crisis. Cabe imaginar que este supuesto es casi imposible en Japón a las puertas de una contienda electoral. Tal vez la mejor solución consistiría en que el PLD decidiese adelantar las elecciones legislativas, algo que no es muy previsible.

La coincidencia de la crisis política y económica complica el panorama japonés. 2009 será un año clave para Japón. En las próximas elecciones generales los ciudadanos deberán elegir un nuevo gobierno y es posible que tenga lugar una importante reestructuración del mapa político japonés. Se precisa un liderazgo político para responder a los grandes desafíos económicos y sociales. Entre los primeros, la superación de un modelo económico basado en las exportaciones. Entre los segundos, afrontar el doble problema de la muy baja natalidad y el rápido envejecimiento de la población del país.

Jaume Giné Daví, profesor asociado del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona y profesor asociado de la Facultad de Derecho de ESADE, é investigador asociado del Igadi.

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