Con esta carta de presentación, Ramadan ha presentado en la conferencia las tesis del libro, una obra que es “una visión personal”, pero en la que incluye, según él, el pensamiento más general de los musulmanes. En la obra se usan los términos, muy criticados, de “islam occidental” o “islam europeo”, que responde al hecho que Ramadan no cree que haya diversos islams, sino diferentes maneras de vivirlo. Sin embargo, “la universalización del islam no es la uniformización de las culturas”, sostene.
“No hay humo sin fuego”, dice Ramadan, refiriéndose a las críticas que le llueven tanto desde el mundo occidental, en el que nació y se formó, como desde el mundo musulmán, al que también —insiste— pertenece. Tariq Ramadán no tiene la intención de agradar ni de no resultar polémico, y así lo afirma en su obra y en su fehaciente discurso.
“Mi cultura es occidental, europea, pero soy musulmán, y no hay contradicción en ello”, afirma. ¿Por qué entonces este mensaje provoca tantas tensiones? Ramadán lo achaca al hecho que existen hoy en día diversas “crisis identitarias”. El mundo globalizado, el de la mezcla de culturas y el incesante movimiento de la población, genera un mundo en crisis. Sin embargo, afirma el intelectual de origen egipcio, no debemos temerlo, sino que debemos hacer una reflexión. Ramadán cree que el inmigrante debe de hacer un ejercicio de conocimiento de la sociedad en la que se instala, pero ésta también debe de conocer su pasado, sus raíces.
Por un lado, tal como afirma en su obra, Ramadan apela a la “triple L”, a aplicar en el caso de los recién llegados: respeto a las leyes del país, hablar la lengua del país y la lealtad a éste. Cuando logremos conseguir que se aplique, conseguiremos dejar de hablar de integración: “El éxito de la integración será que dejemos de hablar de ella”, afirma.
La sociedad de acogida, por su parte, debe de asumir su “nuevo yo”, además de tener en cuenta tres puntos: no todos los problemas son religiosos o de los musulmanes; no podemos callarnos frente al movimiento populista de la estigmatización y, finalmente, debemos de ser coherentes. En este punto es en el que Ramadan enlaza con la actualidad, las revueltas en el mundo árabe, en las que lo único que se está pidiendo es lo que quieren todos los pueblos: la libertad. “Falta coherencia y políticos con coraje. Con coraje, conocimiento y trabajo conjunto, todo es posible”, concluye, y deja una frase para la reflexión: “No seas el objeto de la percepción de los demás, sé el sujeto de tu propia historia”.