Shangri-La suele ser el último destino de la ruta turística de la provincia china de Yunnan, ya que está ubicada en el extremo norte de la región, rozando la frontera con el Tíbet. De hecho, el mayor atractivo de la localidad es descubrir la cultura tibetana desde China a través de las minorías de las etnias Naxi, Bai, Yi y Lisu, que conviven con la mayoría Han.
La esencia de la ciudad se ha mantenido gracias a su orografía: se encuentra a 3.380 metros sobre el nivel del mar y rodeada por altas montañas. Dispone de un pequeño aeropuerto que la conecta una vez al día con Pekín, Lhasa o Kunming. Sin embargo la mayoría de turistas acceden a ella desde Lijiang, a través de una ruta de más de 4 horas de autobús por carreteras serpenteantes, desde donde ya se pueden observar los pilares de la que será en un futuro cercano una gran autopista que cruzará Yunnan de norte a sur, facilitando el acceso a la localidad.
Las casas de madera de construcción tibetana, las calles adoquinadas, admirar los vestidos tradicionales y la artesanía de las etnias de la región, hacer girar la rueda de oración tibetana más grande del mundo o los bailes tradicionales de cada atardecer en la plaza, en los que todo el mundo está invitado, son motivos suficientes para perderse unos días por el casco antiguo.
El tiempo se para a 20 minutos escasos del centro de la ciudad, en el monasterio budista de Songzanlin: un complejo amurallado de 300 años de antigüedad, el más importante de Yunnan, en el que conviven unos 600 monjes budistas. Un lago al lado de la entrada dibuja un reflejo casi místico del monasterio y de las altas montañas que lo rodean, y la visita a sus templos nos permitirá sentirnos rodeados por el olor del incienso y los rezos de los monjes.
En los alrededores se encuentran los Tres Ríos Paralelos de las áreas protegidas de Yunnan, que desde 2003 forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Y a 30 minutos en coche se alcanza el Parque Natural de Pudacuo, una visita recomendable que permite contemplar prados donde pastan caballos salvajes y yaks, regados de lagos alpinos y bosques de rododendros.