Corea del Norte sigue desafiando a la comunidad internacional con el lanzamiento, el 1 de
julio, de otros 4 misiles de corto alcance y siete más el 4 de julio, fecha en la que EEUU
celebra su fiesta nacional. Con este carrusel de misiles, el régimen norcoreano responde
violando las resoluciones 1695, 1718 y 1824 del Consejo de Seguridad de las NNUU. No ha constituido sorpresa alguna. El Pentágona incluso temía que Pyongyang lanzase el 4 de julio un Taepodong-2, un misil de largo alcance que los norcoreanos quieren mejorar
técnicamente para conseguir el potencial suficiente para alcanzar Alaska, Hawai u otra
parte del territorio estadounidense
Corea del Norte sigue desafiando a la comunidad internacional con el lanzamiento, el 1 de julio, de otros 4 misiles de corto alcance y siete más el 4 de julio, fecha en la que EEUU celebra su fiesta nacional. Con este carrusel de misiles, el régimen norcoreano responde violando las resoluciones 1695, 1718 y 1824 del Consejo de Seguridad de las NNUU. No ha constituido sorpresa alguna. El Pentágona incluso temía que Pyongyang lanzase el 4 de julio un Taepodong-2, un misil de largo alcance que los norcoreanos quieren mejorar técnicamente para conseguir el potencial suficiente para alcanzar Alaska, Hawai u otra parte del territorio estadounidense. En el lanzamiento del 5 de abril, el misil alcanzó los 3.200 km., aun la mitad de la distancia existente desde la costa norcoreana hasta Hawai (7.000 km.). Pero los norcoreanos están ‘demostrando’ que mejoran progresivamente sus capacidades tecnológicas. Por si acaso, el Secretario de Defensa Robert Gates ya ha previsto un plan específico para asegurar la defensa del archipiélago ante un eventual ataque balístico. Una reciente encuesta de opinión de la CNN muestra que el 52% de los norteamericanos ya consideran a Corea del Norte su mayor y más seria amenaza, incluso superior a la de Irán u otros países.
EEUU, Japón y Corea del Sur han impulsado, a través de las NNUU, una acción coordinada con China y Rusia para presionar a Pyongyang con más sanciones financieras. Se trata de persuadirle a volver a la mesa de negociaciones en el marco del Grupo de los 6. Algo que Pyongyang rechaza con contundencia mientras prosigue su huida hacia adelante con su programa nuclear. Su posición es cada vez más distante y peligrosa. La imposibilidad de llevar a cabo una opción militar, no deja otra salida que intentar aislar política y económicamente el régimen norcoreano aplicando las sanciones previstas en la última resolución 1874 aprobada por el Consejo de Seguridad. Tanto el Departamento de Estado como el del Tesoro de los EEUU han empezado a aplicar sanciones financieras contra un listado de bancos y empresas norcoreanos, medidas que también afectan a las instituciones y las entidades de los terceros países que comercien con aquellos. El control se dirige muy especialmente a las transacciones económicas que puedan estar relacionadas con el comercio de armas y de otros materiales susceptibles de ser utilizados en los programas militares de Corea del Norte. También se controlan las posibles conexiones entre Pyongyang y terceros países como Myanmar, a los efectos de evitar la proliferación nuclear.
En esta labor de vigilancia colaboran activamente los gobiernos surcoreano y japonés. Asimismo, los EEUU proponen que la cuestión nuclear norcoreana esté presente en la agenda del ASEAN Regional Forum que se celebrará en Phuket (Tailandia) el 21 de julio. Los norteamericanos presionarán para que los 10 países miembros de la ASEAN se comprometan a aplicar la Resolución 1874. A título de ejemplo, EEUU ha reclamado la colaboración de Malasia para bloquear los fondos de unas transacciones que Pyongyang llevaba a cabo con Myanmar a través de un banco radicado en Kuala Lumpur. Sin embargo, el impacto real de las sanciones dependerá mucho de que sean aplicadas de forma efectiva y sin reservas por China y Rusia. Y esto está aún por ver, teniendo en cuenta las especiales relaciones que China mantiene con Pyongyang y también con la Junta militar de Myanmar.
Mientras el régimen dedica sus escasos recursos financieros a incrementar sus ‘reservas de uranio enriquecido’ para fines militares, en el país están disminuyendo y ya escasean las ‘reservas de alimentos’ necesarias para atender a las necesidades básicas de la población. Datos aportados por ‘The Chosum Ilbo’ indican que el régimen norcoreano ha destinado, solo en lo que va de año, más de 700 millones $ en su escalada de tensión militar en la península coreana, cifra en que se estima los costes del ensayo nuclear y de los misiles lanzados. Esta cantidad resulta ser más del doble de los 300 millones $ gastados en comprar 1 millón de toneladas de arroz en los mercados internacionales. Según la World Food Program de las NNUU (WFP), la ayuda humanitaria apenas está llegando a Corea del Norte desde que el 25 de mayo realizó su segundo ensayo nuclear.
El WFP ha tenido que cortar drásticamente la distribución de ayuda desde las previstas 50.000 toneladas mensuales a solo 4.500. Datos del Korea Development Institute indican que las reservas norcoreanas de grano alcanzaban en mayo solo 4,29 millones de toneladas, por debajo del mínimo de 5,13 millones de toneladas precisas para asegurar la alimentación de su población de 24 millones. Pyongyang no puede abastecerse solo con su producción local. Continua siendo imprescindible la ayuda exterior. Sin embargo, ha rechazado los envíos ofrecidos en marzo por los EEUU y también los de grano y fertilizantes ofrecidos por Corea del Sur. El presidente surcoreano Lee Myung-bak ha reafirmado en más de una ocasión su disposición a enviar la asistencia humanitaria al Norte si Pyongyang se la pide, algo que no cabe esperar. El resultado: no ha habido envíos humanitarios desde que Lee Myung-bak asumió la presidencia en febrero de 2008.
La solución del problema es harto difícil mientras Pyongyang no cambie su actitud desafiante frente la comunidad internacional. Además, se niega a aceptar la supervisión internacional de la WFP que quiere asegurar que la ayuda llegue efectivamente a los más necesitados. Se pretende evitar que solo se reparta entre la elite político-militar adicta al Régimen. No sorprende que las donaciones internacionales a la WFP para Corea del Norte se hayan reducido casi totalmente desde el ensayo nuclear del 25 de mayo. Y EEUU y sus aliados tampoco van a canalizar sus ayudas a través de las NNUU mientras falte la transparencia y un control internacional en su distribución en el interior del país.
En los próximos meses y con la llegada del invierno, la crisis alimenticia norcoreana puede llegar a ser crítica. Las principales víctimas serán las mujeres, los ancianos y especialmente los niños que no contarán, con la nutrición necesaria para asegurar su normal crecimiento. Pero, las prioridades de Kim Jong-il son drásticas: antes las bombas y los misiles que el arroz y el trigo.
Jaume Giné Daví, profesor asociado del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona. Profesor asociado de la Facultad de Derecho de ESADE. Investigador asociado al IGADI