Articulada por el viaje académico que ofrece el libro, la mesa redonda expuso los diversos factores que constituyen el fenómeno chino y los retos que éste propone. Una conclusión: no se trata solo de política o economía, el ascenso global de china es un reto integral que rompe el status quo de la percepción occidentalizada del mundo.
Todo el mundo ha oído hablar de que China va a comerse el mundo. Pero ¿qué sabemos realmente sobre el país asiático? ¿Sabemos lo que supone que “China se coma el mundo”?
Para dar respuesta a estas preguntas –y a muchas otras– Manuel Montobbio, diplomático, doctor en Ciencias Políticas, escritor y académico, se ha sumergido en la realidad de China y nos la ha acercado en su libro “Ideas Chinas”.
Para poner en contexto y añadir perspectivas diversas a esta publicación, Casa Asia organizó el pasado 28 de abril una mesa redonda en la que participaron Esther Barbé, catedrática de Relaciones Internacionales UAB y coordinadora de investigación IBEI; Lluís Bassets, periodista y director adjunto de El País y Dolors Folch, catedrática de estudios chinos UPF, además del autor, Manuel Montobbio.
Esther Barbé dio comienzo a la ponencia con una anécdota personal que sirvió de perfecto ejemplo para iniciar el debate. Años atrás –explicó– pasó una temporada viviendo en Estados Unidos y un 4 de julio, una niña estadounidense le preguntó: “¿Hay fuegos artificiales también en España?”.
Una pregunta inocente que refleja una confusión fruto de las fronteras culturales, de la desinformación. “Ahora quiero ser yo esa niña” –añadió Barbé– “Y me pregunto ¿hay teoría de las relaciones internacionales en China?”
Con esto, la experta en relaciones internacionales hizo un ejercicio de empatía a través del cual buscaba que los presentes pudieran ponerse en el lugar de los chinos. ¿Cómo vamos a poder entender un fenómeno fuera de nuestra sociedad si no salimos de nuestras propias miradas, condicionadas por lo que nos han enseñado y hemos visto toda nuestra vida?
La raíz de este conflicto intercultural se encuentra en la política llevada a cabo por las grandes potencias del mundo occidental, que han buscado siempre entender el mundo según sus puntos de vista propios para encontrar estrategias que les beneficiaran. En especial, los Estados Unidos, especificó Barbé.
Pese a declararse “no especialista en China ni en las relaciones internacionales”, Lluís Bassets expuso que, precisamente, Trump está dando un vuelco a estas relaciones internacionales, ya que al presidente estadounidense no es partidario del modelo de política global, heredado de Obama. De este modo, China tiene un punto a favor para introducirse en un posible nuevo sistema internacional, y paralelamente seguir avanzando en su política de ascenso en Asia y en el mundo.
China es diferente
No obstante, China se encuentra actualmente en una especie de limbo, dado que nunca ha formado parte de las relaciones internacionales y no sabe cómo introducirse y formar parte de dicho panorama.
Este hecho plasma la particularidad de China, que es precisamente el punto de inflexión que crea este debate. El país gobernado por Xi Jiping rompe con muchos de los estigmas occidentales, con una cultura, protocolos, educación y forma de ver la vida distintos. China es un país diferente, y lo primero que debemos entender es que no ve el mundo como nosotros, apuntó la tercera ponente que intervino en el debate: Dolors Folch.
Folch ahondó en este asunto, dada su formación y especialización en China. La catedrática de la UPF volvió la mirada atrás en el tiempo para recordarnos que en Occidente siempre hemos sentido cierta admiración por el universo oriental, mientras que, en esa otra parte del mundo, nunca han compartido ese sentimiento por aquellos que los miraban con los ojos brillantes. Folch señaló que en los mapas chinos, hasta el siglo XVIII, solo se mostraba el propio país. Eso implica que China solo tiene ojos para sí misma, y el concepto de control mundial lo tienen dentro de aquello que pueden controlar físicamente. Es decir: no pretenden llegar a Europa o Estados Unidos, pero nunca permitirán que nadie conquiste el sureste asiático.
China es un imperio, y lo único que busca es hacerlo crecer, afirmó Folch. Ellos han estructurado su sociedad a través de la meritocracia, y sienten necesidad de demostrar que tienen el poder. Su lema: enriquecer el Estado y reforzar el ejército. Y eso es lo que están haciendo, aunque no de la misma forma que lo haríamos “nosotros”.
Viaje a la universalidad
Manuel Montobbio citó a José María Ridao, que participó en la presentación de su libro en Madrid, para argüir que este planteamiento divergente es herencia de unas ideas que, en algún punto de la historia, se rechazaron aquí pero se desarrollaron en China.
Precisamente por eso, porque es una cuestión de decisiones y no de diferencias insalvables, debemos hacer un ejercicio de empatía. Montobbio definió este proceso como “un viaje a aquello que pudimos haber sido nosotros”. Para el autor, es necesario hacer un vacío de prejuicios e ir en búsqueda del ser humano natural que llevamos dentro. Este viaje es el que nos llevará a plantearnos un nuevo concepto de universalidad. Una universalidad despojada de todas aquellas creencias que consideramos correctas, que en múltiples ocasiones conducen a errores…
Siguiendo el paradigma etnocentrista, desde las grandes potencias mundiales se teme que se cumpla la Teoría de Tucídides, que sostiene que cualquier ascenso global conlleva un conflicto. Montobbio defiende que esta teoría solo se cumplirá si pensamos como este historiador griego.
Y los chinos no piensan así. Ellos creen en el equilibrio entre el ying y el yang: un concepto que entiende que podemos coexistir los unos con los otros.
Detalles como estos son los que hacen falta para replantear la teoría actual de las relaciones internacionales. El mundo no seguirá teniendo solo un centro: China plantea una sociedad global policéntrica y eso es un reto para todos los países que hasta hoy hemos confirmado ese centro. “Una nueva era en la que sin duda tenemos que incorporar las ideas asiáticas”, concluyó.
Por eso hacen falta libros como “Ideas chinas”: esta narración de Montobbio ofrece lo que él define como “7 matrioskas de ideas” para comprender el fenómeno asiático desde el punto de vista del otro. Tal como decíamos al principio, el ascenso de China es un reto global, y requiere una conclusión de miradas que rompan con la percepción hasta ahora inamovible de Occidente.