La presencia del cine asiático en la programación del Festival Internacional de Cine de San Sebastián no es una novedad. Desde hace años, la producción cinematográfica del continente ha alcanzado un peso relevante en la selección de los títulos de los países con mayor participación en este certamen anual, en el que se anticipan muchos de los estrenos que se producirán en otoño y a lo largo del siguiente año.
No es una sorpresa por lo tanto descubrir en el festival producciones que plantean la existencia de nuevas geografías conviviendo con las más habituales, atendiendo a la lógica del lugar, es decir a la lógica geográfica de todas aquellas expresiones coyunturales de un modo de ser local y global. El interés que han suscitado los títulos que se presentaban en la pasada edición del festival se debe tanto a su novedad como al criterio de selección. Es obvio que la producción cinematográfica que se reúne bajo el epígrafe de cine asiático, utilizando un término genérico como el de cine latino o latinoamericano para referirnos al cine que llega de un continente u otro, no equivale a un cine sin una identidad propia, más específica, atribuible a cada región o país del que procede. Aunque sean cuales sean las correspondientes narrativas de uno u otro lugar, las producciones resultantes no pueden valorarse aisladamente, como si no pertenecieran al mismo contexto de una industria global en el que se presentan. Cuando se dice cine asiático, en ocasiones todavía parece que se habla de un género cinematográfico de otra parte del mundo, para algunos aún remota y exótica, aunque cada vez es más frecuente entenderlo integrado en el panorama de un cine sin fronteras y por lo tanto con una mayor presencia en las salas convencionales y plataformas de cine online.
El festival de cine de Cannes ha contribuido desde hace años a esta cada vez más frecuente incorporación de narrativas que se han convertido en un referente de este cine en su programación, influyendo directamente en el interés de las distribuidoras europeas por la compra de derechos de un cine que hasta hace poco era aún minoritario. Los premios concedidos sucesivamente a algunos títulos que luego han sido éxito de taquilla mundialmente avalan su repercusión en la industria. Las Palmas de Oro concedidas a Bong Joon-ho por Parasite (2019), Hirokazu Kore-Eda por Shoplifters (2018) y a Apichatpong Weerasethakul por Uncle Boonmee who can recall his past (2010), u otros Premios del Jurado y de la Sección Un Certain Regard concedidos a otros cineastas como al taiwanés Hou Hsiao-Hsien por The Assassin (2015), al iraní Samira Makhmalbaf (2003) por A las cinco de la tarde, el coreano Park Chan-wook (2003) por Old Boy o al chino Chen Kaige (1993) por Adios a mi concubina han supuesto un importante estímulo también para otros festivales internacionales como Rotterdam, Locarno, Venecia, Toronto y en nuestro país, San Sebastián, Málaga, Gijón, el D´A o el AFFBCN. El SSIFF en particular ha tenido mucho que ver con la circulación en nuestro país de las correspondientes producciones que anualmente nos llegan de aquellos países del continente asiático y con el hecho de que éstas estén cada vez más presentes en el mercado de la distribución local europeo.
En las sucesivas ediciones del SSIFF, José Luis Rebordinos ha desempeñado un importante papel en lo relativo a la presencia creciente del cine asiático en su programación, tanto por su compromiso personal con el cine en general y por aquel que forma parte de culturas con las que se siente identificado, como por su interés en dar visibilidad a cinematografías que con excepción del cine japonés han tenido una aceptación mucho más tardía, salvo contadas excepciones. En la reciente edición de este festival que acaba de llegar a su 68 aniversario se han programado quince títulos distribuidos entre la Sección Oficial, Nuevos directores, Zabaltegi Tabakalera, Perlak y Nest. Títulos que muestran algunas de las tendencias de un cine desigual, que identifica las diferentes regiones del que procede y por lo tanto que no deja de pertenecer a estrategias narrativas no siempre comunes a culturas aparentemente próximas entre sí. No hay un discurso estético único para definir producciones que protegen su individualidad. Tampoco hay una sola narratología o gramática estructural para abordar lo nuevo, aquello que tiene un efecto multiplicador en la medida en que se significa y obtiene una determinada valoración.
En la primera de estas secciones (Oficial), True Mothers de Naomi Kawase que viene del Festival de Cannes 2020 y las especiales circunstancias que han condicionado este año la visibilidad de la programación de este festival, era uno de los títulos más esperados. La Aventura Visual se anticipó a su adquisición confiando que obtenga una recaudación de taquilla sino análoga sÍ muy parecida a la que tuvo Parásitos, uno de los mayores aciertos de la distribuidora. Una película, cuya directora ya tiene una trayectoria de éxitos que la hacen intocable, pese a que no ha conseguido ningún premio en la pasada edición del SSIFF. Una película que narra una historia reuniendo las historias de todos los personajes que entran o están en conexión entre sí, la madre biológica y sus circunstancias, y los padres adoptivos de un niño deseado. El jurado de esta sección sin embargo ha concedido la Concha de Oro a Dasatskisi/Beginning (co-producción Georgia-Francia), como Mejor Película, la Concha de Plata a esta película también a la mejor dirección, la Concha de Plata a Mejor Actriz a su protagonista femenina, Ia Sukhitashvili, y el Premio del Jurado al Mejor Guión. Todos los galardones han sido para esta película de Dea Kulumbegashvili, una revelación para unos, dura y difícil para otros, pero que ha llamado la atención y no ha dejado a nadie impasible. Esta cineasta, de un pueblo del Cáucaso, que hizo sus estudios de cine en la Universidad de Columbia en los EEUU, a sus 34 años ha hecho su debut con este polémico largometraje. Resultado de un trabajo con el guión de más de cinco años que ha hecho ella misma, la historia se remonta a una visita que hizo a su padre y éste le explicó el interés del pueblo por la religión y la marginación de los testigos de Jehová. El marido de la protagonista de esta película es un líder religioso y ella, su apoyo fundamental, que sin embargo deja de ser un personaje secundario para ser quien da el giro a los acontecimientos que se suceden a raíz del incendio provocado destruyendo su lugar de reunión. La joven directora atribuye el éxito de su trabajo a la preparación de todas las escenas con los actores una y otra vez antes del rodaje. Éxito en Cannes primero y después en San Sebastián, esta joven directora ha sorprendido por una narrativa en la que hace participar al espectador con sus silencios y esos largos planos secuencias que domina la fotografía. En las sucesivas entrevistas que se le han hecho desde que presentó esta película en el TIFF y en Cannes, ella ha dicho que a veces las escenas más difíciles de rodar son las aparentemente más simples. Dea tiene las ideas muy claras y sabe expresar cómo quiere que sea el cine que hace y que piensa seguir haciendo.
Ni True Mothers ni ninguna de las demás películas asiáticas que competían en la Sección Oficial han obtenido ningún premio exceptuando Nakuka Tsukinaga/Any Crybabies around? del japonés Yuta Tsukinaga que sólo ha conseguido el Premio del Jurado a la Mejor Fotografía. No sé muy bien si esa mención realmente es la que corresponde al interés de este título más interesante por el tema mismo que precisamente por la fotografía que no veo especialmente más relevante que la de otras películas a las que no se ha hecho mención en este apartado. También debe parecer extraño que una película como Wuhai, la segunda opera prima de Zhou Ziyang, después del éxito internacional de Old Beast (2017) (Ordos, 1983,) no haya obtenido ningún premio y haya pasado desapercibida por el jurado. Con una estructura narrativa compleja, un guión bien estructurado, una fotografía llamativa coherente con las localizaciones exteriores en los paisajes de Mongolia interior, para algunos ha sido una de las películas más interesantes de esta edición del festival. La trayectoria del cineasta tampoco ha contado a la hora de valorar el interés o no que podía suscitar esta película que representa bien la vida de una pareja y su familia más próxima a los que afecta los problemas financieros del marido que es víctima del engaño y la traición del amigo al que presta dinero. Wuhai merecía otra valoración. Curiosamente, el público al salir de las salas de una de las proyecciones parecía entusiasta y bajo el impacto de una trama bien narrada y fácil de compartir. Inexplicablemente el jurado no le ha concedido la atención que seguramente merecía, ni a favor ni en contra. Pudiendo ser un título con un éxito comercial indiscutible, ha sido dejado de lado como también ha sucedido con True Mothers, como si pareciera que ninguna de ambas películas necesitara ningún premio porque se venden solas, aunque este argumento carezca de sentido. También es como si el jurado de la sección oficial no hubiera querido arriesgarse y le hubiera bastado con posicionarse por el ganador de todos los galardones y jugárselo todo a una sola carta, sabiendo incluso que su decisión podía ser indiscutible o muy contestada.
En la sección Nuevos Directores, se nos hizo descubrir tres títulos procedentes de China, Slow Singing, primera película de Dong Xingyiy; Japón, con Along the Sea, segundo largometraje de Akio Fujimoto; y Corea, Gal-mae-gi / Gull. Kim Mi-jo (Jeonju, 1989) directora de la película coreana es autora de varios cortometrajes y debuta ahora con esta ópera prima, en la que su protagonista, una mujer de 61 años que tiene un puesto de mariscos en un mercado, es violada por un compañero una noche después de una cena familiar en la que conoce a sus suegros. La película es esto y todo lo que la rodea en un ambiente conflictivo y asfixiante, al que cada personaje contribuye con su papel sin poder evitarlo. De los doce títulos reunidos en esta sección, estas tres películas son una muestra de la perspectiva global de la dirección de este festival internacional que en cada sección hace convivir todas las geografías que suscitan un interés por sus producciones cinematográficas. En la sección Zabaltegi-Tabacalera, cuatro títulos más, de Corea, China y Taiwan lo siguen confirmando. Se trata de la última película de Hong Sang-soo, The Woman Who Ran (Oso de Plata al Mejor Director 2020), y de The Calming, de Song Fang, también premiada en Berlín con el Cicae Art Awards, el corto Having a Good Time de Bell Zhong y de Rizi Days de Tsai Ming-Liang. Y por último Yellow Cat, novena película del director kazajo Adilkhan Yerzhanov, que ya compitió en San Sebastián, en la Sección Oficial de la pasada edición con A Dark-Dark Man (2019). En la Sección Perlak, dos películas más, Wife of a Spy que compitió en el pasado Festival de Venecia, dirigida por Kiyoshi Kurosawa, y que se sitúa en Japón en 1940, poco después de estallar la II Guerra Mundial. La mujer del espía, Yusaku viaja a Manchuria y es testigo casualmente de un acto de barbarie que se dispone a revelar al mundo. El siguiente título Nam –mae wui Yeo-reum-bam /Moving on es la ópera prima del coreano Yoon Dan-bi, que ha sido premiado en los festivales de Busan y Rotterdam. Historia doméstica y familiar que reúne a tres generaciones en torno a la figura de un abuelo que vive solo y que podría padecer cierta demencia senil. Por último, en la sección Nest (cortometrajes), se han incorporado Cat Dog (India) de Ashmita Guha, Filipiñana (GB y Filipinas) de Rafael Manuel y The Speech (EEUU) dirigida por el cineasta chino Hachao Yan, que se sitúa en mayo de 2003, cuando la OMS presiona al gobierno chino para que haga pública la gravedad del brote de SARS. Pekín se confina y las duras medidas que se toman aísla a la mayoría de jóvenes que se supone deberían socializar en un medio como la universidad.
En el Festival que acaba de terminar sorteando todas las circunstancias asociadas al COVID 19 y sin incidencias, su director José Luis Rebordinos me transmitió su interés por la incorporación creciente del cine asiático en las diferentes secciones, como se acaba de ver. Para él, ningún festival internacional puede prescindir de esas miradas a otros mundos que finalmente forman parte del nuestro, y la incorporación creciente de títulos asiáticos en las diferentes secciones del festival es absolutamente incuestionable. Aunque el foco puesto en el cine latinoamericano sea uno de los objetivos de la programación, integrar el cine asiático en la oferta que se hace al público se ha ido convirtiendo también en una prioridad. De hecho, es un cine que ya tiene un público que está más que habituado a la diversidad de las propuestas que se hacen o se pueden hacer desde el festival. Su interés por el cine asiático viene de lejos, de siempre por decirlo de alguna manera, de antes de ser nombrado director del SSIFF en 2011, y de antes de realizar el libro sobre el cineasta japonés Shinya Tsukamoto. Poeta y guerrillero (2007), del que es co-autor y que publicó el Festival de Cine de Gijón. Su entusiasmo por el cine japonés, coreano y chino se hace visible en sus elecciones y afinidades, sin dejar de ser receptivo a todas las cinematografías que pueden hacer una aportación al cine en la actualidad, vengan de donde vengan. Lo importante es descubrir y hacer descubrir producciones y cineastas que elevan lo particular a lo universal con títulos muy específicos, pero tan locales como globales al mismo tiempo. Coincidimos en considerar que desde hace muy poco tiempo, un elevado porcentaje de distribuidores españoles cada vez parecían más interesados en la adquisición de los derechos de proyección de títulos asiáticos, lo que hace apenas un par de años no sucedía aún. El impacto de Parásitos entre todos los públicos no sólo en todo el mundo occidental sino particularmente en España ha hecho que muchos distribuidores se interesaran por el cine asiático y se mantengan alerta para ser los primeros en adquirir aquellas novedades que aparezcan en el mercado. Con todo esto, la selección asiática del SSIFF no sólo ha sido equilibrada con respecto al resto de la programación, sino que sigue siendo un referente ineludible a tener en cuenta.
Menene Gras Balaguer, directora de Cultura y Exposiciones de Casa Asia y del Asian Film Festival Barcelona (AFFBCN)