25/03/2013 | Actualidad

En el diálogo intervinieron el escritor Agustín Paniker y la directora de la United Nations University Institute en Barcelona, Parvati Nair,  y ejerció como moderador el director general de Casa Asia, Ramón Mª Moreno. El título de la actividad “La mujer en India ¿una simple cuestión de género?” pretendía señalar la importancia que tiene la plena inclusión de las mujeres en la construcción de la sociedad india en términos de desarrollo y progreso.

Hace unas semanas, los medios de comunicación se hicieron eco de las masivas protestas y manifestaciones que tuvieron lugar en Delhi y otras ciudades indias como reacción a la violación y asesinato de una joven estudiante en la capital del país.La intensidad de la respuesta ciudadana, reivindicando más protección por parte de las autoridades públicas, concitó un vivo interés en la opinión pública: ¿Qué razones explican tal nivel de movilización ciudadana? ¿Se trataba de una mera respuesta emocional ante un crimen de especial gravedad o era consecuencia de cambios sociales más profundos? ¿El intenso proceso de desarrollo económico del país está comportando un cambio cultural que supone una visión más inclusiva de la sociedad, en la que las mujeres han de poder participar en pie de igualdad? En definitiva, ¿en qué situación se encuentran las mujeres de uno de los grandes países del continente asiático y que es una de las potencias emergentes en la economía mundial? Éstas y otras cuestiones quisimos que fueran debatidas por los ponentes y por el público.

Un primer aspecto puesto de relieve fue que las manifestaciones ocurridas en Nueva Delhi y en otras ciudades de la India son síntomas positivos de protesta, expresión de una tendencia social a manifestarse como medida de cambio de valores. Se trata de un fenómeno muy urbano protagonizado por las nuevas clases medias, por lo que no estamos hablando de una representación mayoritaria de la sociedad india, aunque esta nueva clase media tiene un rol muy importante a la hora de marcar las líneas y el camino de por dónde deben de ir las cosas. Su ejemplo va a servir a otros colectivos que ahora no están representados y que no tienen voz para poder ser oídos. Para Paniker, las movilizaciones hay que enraizarlas en una larga tradición en la India de debate público y de cuestionamiento del orden establecido. Responden a una tradición de autocrítica y de debate interno que se enmarca en la herencia anglosajona, de ahí, que dispongan de una Constitución muy democrática instaurada en los años 50.

La tradición y las prácticas culturales constituyen factores determinantes de la configuración de la posición de la mujer en la sociedad india, aunque su relevancia varía según las regiones: en líneas generales, la situación es más negativa en el norte y en las zonas próximas a Pakistán y algo más favorable en el sur. Prácticas como el Rakhi (pulseras de hilo –Rakhi- que las hermanas atan en la muñeca de su hermano como símbolo de protección) son síntomas de control de la sexualidad femenina y sintetiza los patrones patriarcales de conducta hacia la mujer. Según Paniker, estos patrones responden a dos elementos claves. Por un lado, la “patrifocalidad”: la mujer transita de su familia a la de su marido al casarse (a los 18, 20 años o incluso a los 14 o 16) y esta transferencia es traumática para la mujer ya que implica un sometimiento fuerte hacia la familia del marido; y, por otro lado, la “patrinilialidad”: la mujer, una vez que se casa, no sólo transita del hogar familiar a la casa del marido, sino también incluye la renuncia a su herencia, a la dote, que no va a la mujer sino con la mujer, ya que pasa a formar parte de la familia del marido. Mientras en el siglo XIX la dote de la mujer iba con ella y podía recurrir a la herencia en caso de que tuviera problemas con la familia del marido, en nuestros días la dote se ha convertido en una compra-venta de bienes y se ejerce como un sometimiento hacia la mujer. Las consecuencias perniciosas que esta práctica supone para la formación y desarrollo de las mujeres se sintetiza en un popular dicho en la India: “Invertir en una mujer es como regar en el jardín del vecino”.

En el debate se puso de manifestó que el proceso de modernización y urbanización que vive India constituye una realidad ambivalente para las mujeres. Por un lado, el éxodo de las poblaciones rurales hacia las grandes ciudades puede comportar una cierta desestructuración social en la que las normas de la cultura tradicional se suavizan, dejando a muchas personas en “tierra de nadie” y en donde la presencia del Estado no se ha hecho efectiva, un vacío que podría favorecer que se ejerciera un mayor violencia sobre las mujeres. Pero, por otro lado, como señaló Parvati, aunque el cambio a las ciudades haya supuesto un fuerte desarraigo, la ciudad ofrece a las mujeres nuevas posibilidades, otros discursos, la opción de buscar trabajo, ganar su propio dinero o acudir a una clínica para obtener un preservativo, en definitiva, acceso a otras formas de vida. Por su parte, Pániker advirtió  que el proceso de modernización no tiene un efecto directo y siempre positivo en la posición de la mujer. En este sentido, llamó la atención sobre el hecho de que entre la nueva clase media, protagonista de las recientes manifestaciones, se da la peor ratio de abortos selectivos debido a que tiene la  capacidad económica para acceder a la tecnología necesaria. En las zonas más ricas de la India o en el sur de Delhi, los ratios son los más elevados que en las zonas pobres. El panorama es, por ello, ambivalente en la medida en que esta clase social que promueve cambios, reproduce, también, las estructuras tradicionales.

Los participantes en el diálogo destacaron, como idea compartida, el cambio trascendental que ha vivido la India en los últimos 30 o 40 años. En relación con la mujer, son cambios sutiles pero denotan esperanza.

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