03/09/2009 | Actualidad > AsiaMedia
Japón es hoy la 2º economía mundial y la 1ª asiática. Tras su derrota y posterior ocupación por los EEUU, el país resurgió de las cenizas para reconstruir sus instituciones políticas y económicas y mantuvo su identidad nacional. El milagro japonés fue el fruto de la motivación, la movilización, la educación y el duro esfuerzo de los japoneses. En pocas décadas y por etapas, accedió al rango de potencia mundial industrial, comercial y financiera, aunque no política y militar por las limitaciones constitucionales impuestas por las potencias aliadas en 1945. La explosión de las burbujas bursátil e inmobiliaria en 1991 y la crisis financiera asiática de 1997 sacudió pero no derrumbó un modelo económico japonés muy dependiente de las exportaciones. Sin embargo, la globalización con la irrupción china y la crisis económica mundial que arrancó en 2007 en los EEUU y la UE, plantean dudas sobre si el actual modelo japonés es sostenible

Japón es hoy la 2º economía mundial y la 1ª asiática. Tras su derrota y posterior ocupación por los EEUU, el país resurgió de las cenizas para reconstruir sus instituciones políticas y económicas y mantuvo su identidad nacional. El milagro japonés fue el fruto de la motivación, la movilización, la educación y el duro esfuerzo de los japoneses. En pocas décadas y por etapas, accedió al rango de potencia mundial industrial, comercial y financiera, aunque no política y militar por las limitaciones constitucionales impuestas por las potencias aliadas en 1945. La explosión de las burbujas bursátil e inmobiliaria en 1991 y la crisis financiera asiática de 1997 sacudió pero no derrumbó un modelo económico japonés muy dependiente de las exportaciones. Sin embargo, la globalización con la irrupción china y la crisis económica mundial que arrancó en 2007 en los EEUU y la UE, plantean dudas sobre si el actual modelo japonés es sostenible.

Esta última crisis ha puesto de manifiesto las debilidades de las bases políticas y económicas establecidas en la postguerra, prácticamente inmutables desde entonces. El sistema político, aunque democrático, no había abierto las puertas a la alternancia en el poder. El Partido Liberal Democrático (PLD) gobernó el país casi ininterrumpidamente desde 1955, lo que favoreció a unas redes de clientelismo y opacidad entre las elites políticas, burocráticas, económicas y a grupos de interés de toda índole. Tampoco el modelo económico, con un rol estelar de los Keiretsu o conglomerados industriales, asegura una plena democracia económica. Finalmente, el modelo social igualitario y ‘el trabajo de por vida’ se ha visto superado por las desigualdades territoriales y sociales, la precariedad laboral y el envejecimiento de la población. Los problemas económicos y sociales se han agudizado con la crisis económica global. La tasa de paro alcanzó, en julio, el 5,7 %, afectando a 3,59 millones de japoneses, la peor en décadas.

El 30 de agosto se celebraron elecciones generales para elegir a los 480 diputados de la Cámara Baja. Cabe calificarlas de trascendentales por diversos motivos. Han sido ganadas ampliamente por el Partido Democrático de Japón (PDJ) lo que ha provocado una alternancia en el poder político. Merece destacar una gran participación del 70 %, tres puntos más que en 2005. El PDJ obtuvo la mayoría absoluta en la Cámara Baja con 308 escaños, entre los cuales 193 consiguen por primera vez la representación parlamentaria. El PLD solo 119, perdiendo 181 escaños. Los japoneses han votado por el cambio.

El PDJ gozará de la gran oportunidad para impulsar reformas estructurales y establecer un modelo político y económico, más democrático en su praxis, capaz de ‘movilizar’ otra vez a los japoneses. El PDJ se comprometió a desarrollar unas políticas económicas y sociales menos liberales y reducir el poder de los burócratas y de los lobbies empresariales en la Administración Pública.

El Manifiesto Electoral del PDJ de 27 de julio ofreció un nuevo ‘contrato con los japoneses’ que permita recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones e incluso la autoestima y las motivaciones colectivas y personales para afrontar con decisión y superar juntos la actual crisis. Japón debe revitalizarse.

Pero una vez ganadas las elecciones, el PDJ deberá demostrar con hechos que, además de saber ejercer una dura oposición y hacer ‘manifiestos’, también sabe gobernar con eficiencia. No será fácil tras 54 años de gobiernos del PLD. El PDJ, aunque ha conseguido una amplia mayoría en la Cámara baja, deberá dialogar, pactar y convencer a las otras fuerzas políticas para lograr la aplicación gradual de su programa. Incluso cabe que se constituya un gobierno de coalición con el Partido Socialdemócrata y el Nuevo Partido del Pueblo y así disponer de una mayoría en las dos Cámaras de la Dieta. Pero, para intentar resolver los grandes temas de Estado deberá mantener puentes de diálogo y acuerdos con el PLD.

Japón debe reinventarse. Un triunfo del PDJ permite evolucionar de un sistema político con un partido dominante a otro bipartidista o multipartidista. Quizá será preciso revisar algún día la Constitución de 1947. Nacida en un contexto histórico determinado, limita en algunos aspectos, las grandes potencialidades de Japón para desarrollar ‘con normalidad’ su política exterior. El texto constitucional no ha sido nunca enmendada en sus 62 años de vigencia. Para ello se requiere, además de una mayoría cualificada en las Cámaras, alcanzar sin un gran pacto de Estado basado en un consenso entre el PLD y el PDJ. Algo harto difícil debido a los enfrentamientos que existen entre y dentro de los principales partidos.

Pero Japón debe reaccionar con prontitud. El FMI afirma que el PIB de Japón será superado por China en 2010 o incluso en 2009. La conjunción del fuerte crecimiento chino con la larga recesión o desaceleración económica explica que Japón dejará de ser, en favor del coloso vecino chino, la 2ª economía mundial, rango que ocupaba desde 1968. Pero la gran amenaza para Japón no es exterior, sino interna. Su gran reto consiste en corregir el bajo índice de fertilidad y el rápido envejecimiento de la población que ya cuenta con un 21,5 % de mayores de 65 años. Si no se toman medidas urgentes la población puede bajar de los 127 millones de habitantes a 85 millones en 2055. El cambio demográfico ya afecta al crecimiento económico, el consumo, el ahorro y la financiación del sistema de salud pública y de pensiones. Japón también debe rejuvenecer.

Jaume Giné Daví, profesor asociado de la Facultad de Derecho de ESADE. Investigador asociado al IGADI

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