20/10/2008 | Actualidad > AsiaMedia
Entrevista al japonés Hitonari Tsuji, un artista polifacético que, ante todo, es escritor. ‘El Buda blanco'(Alianza), su primer libro traducido al español, es un alegato a la paz en homenaje a su abuelo

Hitonari Tsuji (Tokio, 1959) es un artista polifacético pero, ante todo, es escritor. ‘El Buda blanco’ (Alianza) es su primer libro publicado en español, a pesar de que fue escrito en 1997 y que ya en 1999 ganó el premio Femina en Francia.

Aunque está considerado uno de los principales exponentes de una nueva generación de escritores japoneses, Hitonari Tsuji vive desde hace seis años en París. Este exilio voluntario le ha permitido cambiar su punto de vista sobre el mundo y especialmente sobre su país, donde se sentía incómodo por ser ‘atípico’. En cambio, en París afirma sentirse ‘uno más’ porque hay gente muy diversa y no les excluyen por ello.

En Barcelona, nos recibe con el kimono tradicional. Es otro de los aspectos que ha cambiado desde que vive en París. En Japón nunca lo usaba, en cambio desde la distancia parisina se siente más cómodo con él para trabajar desde casa. Quizás hay algo de nostalgia en ello, ya que afirma que hasta este año llevaba cinco sin regresar a su país, a pesar de seguir publicando allí. Esta dualidad entre nostalgia y crítica define su discurso sobre Japón.

En ‘El Buda blanco’, narra la historia de un armero de una pequeña isla, un personaje basado en la vida de su abuelo, y a la vez describe la historia del Japón del s. XX, marcada por las dos guerras mundiales. Con esta novela, Tsuji explica que quiso transmitir la idea de paz y de igualdad entre los hombres que heredó de su abuelo.

‘El Buda blanco’ fue publicado en japonés en 1997, cuando aún vivía en Tokio, pero es la única obra por el momento traducida al español. ¿Cómo ve ahora esta obra en relación a su evolución como escritor y a sus obras posteriores?

Los escritores no solemos corregir sobre lo escrito porque si reescribiera sería como un insulto a ese yo de aquel momento. Sin embargo, es verdad que con el paso de estos años, hay elementos de estilo y contenido que creo que podría haber escrito de otra forma.

Cuando escribí ‘El Buda blanco’ tenía una visión ‘doméstica’ de Japón y desde allí me extendía al mundo. Pero después, mi vida cambió, me fui a vivir a París y empecé a mirar mi país desde fuera. El cambio principal en estos años creo que ha sido adoptar una visión del mundo desde una perspectiva mucho más amplia. El artista tiene que estar en contacto con el mundo, a partir de su propia esencia.

Además, en estos años he escrito muchos libros para jóvenes. El último, ‘Pianíssimo pianíssimo’, inspirado en elementos del manga, fue publicado el año pasado en Japón y hace un par de semanas en Francia. Es totalmente diferente a ‘El Buda blanco’, parece de otro escritor.

‘El Buda blanco’ está inspirado en la vida de su abuelo, que construyó un Buda blanco en su aldea.

Sí, quería escribir esta novela porque la vida de mi abuelo era algo sorprendente que además se solapaba con una época de grandes cambios en Japón y yo quería describir al hombre ante estos procesos.

¿Es una contestación personal a la modernización del país?

Cuando lo escribí, quería reflexionar y averiguar para mí mismo si el Japón de hoy va bien o no. Me parece que esta novela es mucho más apreciada y valorada fuera del país que dentro y quizás es por esta reflexión. Los extranjeros encuentran respuesta a muchos enigmas sobre los japoneses y por ello he recibido muchas ofertas de traducción.

¿En cambio, en Japón, no están tan interesados en hacer esta reflexión sobre su pasado y presente?

Puede ser una razón. Pero ha sido curioso ver que la novela se ha valorado más después de recibir el premio Femina en Francia. También es verdad que el año anterior yo había publicado otro libro [‘Kaikyo no hikari’; ‘La Lumière du Detroit’] que ganó el premio Akutagawa y tuvo mucho éxito y los medios de comunicación seguían hablando más de éste que del nuevo.

¿Los japoneses no le recriminan que, siendo un personaje popular, viva en parís?

Bueno, en Japón leen mis libros, pero también tengo lectores en otros países de Asia, por ejemplo muchos coreanos? Por ello, ahora cuando pienso en una novela no pienso sólo en japoneses, sino que ya sé que será traducida al coreano, al chino, etc, y doy más importancia a las imágenes o impresiones y evito el uso de expresiones muy específicas de mi país.

En la novela tienen un gran peso la muerte y la transmigración del alma. Aunque explica que no se siente ni budista ni cristiano, ¿se considera influido por una cierta religiosidad?

Con el fin de la II Guerra Mundial el sintoísmo pierde mucha fuerza en Japón porque se considera que es la causa principal de la guerra. Muchos japoneses empiezan a temer el hecho de tener fe y se vuelven agnósticos, a pesar de que siguen cumpliendo ciertos rituales.

La religión se quedó como algo un poco formal y sin contenido. Yo soy fruto de esta generación y no soy de una religión determinada, pero dentro de mi corazón tengo una especie de divinidad, a quien venero y respeto. De ahí se deriva un deseo de orar y a veces puedo incluso entrar en una iglesia en Europa y realizar mis oraciones.

Se le presenta como uno de los mejores representantes de la nueva generación de escritores japoneses. ¿Se considera miembro de una generación de autores?

No me considero dentro de ninguna generación, de hecho no creo que haya una nueva generación de jóvenes escritores japoneses con rasgos comunes. Hay otros escritores jóvenes, pero no formamos una escuela ni un grupo.

La literatura japonesa está de moda en occidente, con escritores como Haruki Murakami o Banana Yoshimoto. ¿A qué cree que se debe este éxito?

La verdad es que no lo sé. No puedo precisar, pero la ciudad de Tokio está de moda y el manga también. Quizás esto provoca la necesidad de conocer más cosas del país y está claro que para conocer un país una buena forma es leer literatura de allí. Pero en cuanto a estos autores, no les conozco lo suficiente para opinar, no he leído a Yoshimoto y Murakami es de otra generación.

Parece que tras la II Guerra Mundial los japoneses rechazan parte de su cultura y justo entonces se pone de moda en occidente

Me imagino que los occidentales sienten que les falta algo y miran hacia Asia para encontrarlo. Al mismo tiempo, Japón es un país que tiene tradición pero a la vez es muy moderno y este gran escalón, esta diferencia abismal, puede ser un punto de atracción.

¿La derrota en la II Guerra Mundial, provoca un antes y un después en Japón?

Lo que más cambió después de la guerra fue la americanización de la cultura y la sociedad. El kimono obligaba a dar pasos muy cortos y a andar despacio. Ésta era la forma de andar del país, con tiempo para pensar cada paso antes de actuar, pero tras la guerra se pierde la cultura del kimono y esta forma de avanzar con lentitud. La americanización provocó la ruptura de la tradición heredada de padres a hijos y ahora es una sociedad que busca nuevas formas de expresión.

¿Vivir en París le permite escribir sobre un Japón idealizado desde la distancia?

No creo que haya idealizado Japón porque ahora puedo ver lo positivo y lo negativo tanto en la tradición como en la modernidad. He redescubierto mi país, con otra mirada, y diría que he visto más puntos negativos que positivos; quizás he visto la realidad de Japón. Creo que esto le puede pasar a cualquiera que se marche de su país.

Hace unos años era cantante de rock y ahora es también director de cine. Sus películas no llegan a España, ¿cómo nos describiría su trayectoria como cineasta?

Desde que se deshizo el grupo de música, soy básicamente un escritor que de vez en cuando hago películas. Siempre escojo aquellos temas que no se pueden expresar con novelas y normalmente giran en torno a dramas humanos. ¡Me gustaría que las pudierais ver!

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