08/07/2016 | Actualidad

“Aprendemos. Familias en red” está planteado como un proyecto de aprendizaje y servicio, donde alumnos/as voluntarias del instituto pasan a ser los profesores/as de sus familiares u otros miembros de su comunidad con el acompañamiento de un/a coach que participa en las clases. Esta idea surge del programa canadiense YEP (Youth Empowering Parents) iniciado en 2010 y que fue galardonado con el Premio de Innovación Intercultural de la Alianza de Civilizaciones de la Organización de Naciones Unidas en el año 2011.

Para su implementación en Barcelona, ​​Casa Asia cuenta con el apoyo de la Dirección de Derechos Civiles e Inmigración del Ayuntamiento de Barcelona y del programa Xeix del mismo ayuntamiento.

Este curso, en el IES Milà i Fontanals, se han realizado clases de catalán durante el 1er trimestre, informática durante el 2º trimestre y, finalmente, clases de castellano en el tercer trimestre. Aunque el proyecto está abierto a todas las comunidades, culturas, etnias y géneros, nos hemos encontrado con un grupo formado mayoritariamente de paquistaníes, de unas 5 chicas voluntarias y 10 madres que venían a aprender, además de dos chicos jóvenes, uno de origen paquistaní y otro indio.

La lengua es uno de los factores más determinantes en la experiencia migratoria. El desconocimiento de la lengua o lenguas de la sociedad de acogida dificulta la integración y es una barrera que aísla, y más, en el caso de las mujeres ya que sus obligaciones se suelen restringir al espacio doméstico y no tienen tantas oportunidades de tener contacto con la lengua del territorio que las acoge. Proyectos como este son oportunidades que las atraen a salir de casa y conocer otras mujeres que se encuentran en la misma situación que ellas y acceder a información sobre otras actividades que se realizan en el barrio que pueden ser de su interés. Es un proyecto que como ellas dicen “les ha venido, no la han ido a buscar” ya que viene de sus propias hijas y además “no es una obligación como otras actividades que hacen, sino que las ha motivado a venir y aprender”.

El conocimiento y seguridad que van adquiriendo con la lengua les permitirá ser más autónomas y tener mejor acceso a los servicios que les ofrece el territorio. Además, ha servido para acercar a las madres al sistema educativo post obligatorio y darles a conocer el mundo universitario, a través de diversas actividades: una charla sobre el tema con traducción al urdú, un encuentro con estudiantes universitarios de la UAB de origen inmigrante en la misma universidad y una salida en el Campus Munded de la UB para participar, presentando el proyecto, en una clase de Antropología del Grado de Educación Social. Estas visitas a las universidades, en las que han participado madres e hijas del proyecto, ha servido para romper algunos estereotipos y rumores sobre la vida universitaria y para que las madres den apoyo a sus hijas que quieren acceder a dichos estudios en un futuro próximo.

Tanto las madres como las hijas encuentran que es una buena manera de conocer este mundo ya que les permite, a las estudiantes, tener más información para decidir que estudiar, y a las madres les da más seguridad sobre las decisiones a nivel de estudios de sus hijas. Las clases se han llevado a cabo en un aula del mismo instituto, los lunes y miércoles de 15: 00h a 16: 30h durante todo el curso académico. Media hora antes de las clases, las chicas voluntarias y la dinamizadora, en este caso, la Komal Naz, se reunían para comer juntas, hablar de las clases e intercambiar experiencias e informaciones. Este horario ha facilitado que las mujeres participantes, todas ellas madres, pudieran dejar a sus hijos e hijas más pequeños en la escuela y venir a estudiar en el instituto de sus hijas mayores.

Hacer las clases en el Instituto ha sido un acierto, ya que por un lado, ha acercado las madres al centro donde estudian sus hijas, y por la otra, les ha gustado volver a dar clases en una escuela y revivir recuerdos de su niñez. Para las voluntarias, acostumbradas a enseñar a sus madres nociones de castellano y acompañarlas a hacer muchas gestiones debido a la barrera lingüística, reconocer la labor de hacían individualmente cada una en su casa, darle valor, visualizarla y ofrecer un espacio para dar las clases con más herramientas (materiales, apoyo pedagógico, ..), todas juntas y con el apoyo de la dinamizadora, ha supuesto también una gran experiencia. A través de este proyecto las chicas se han empoderado con el rol de profesores y de voluntarias, haciéndolas crecer personalmente ya que han descubierto sus habilidades para enseñar a los demás y se han sentido valoradas en estos dos nuevos roles, tanto por sus madres y familiares, como en el centro educativos y el personal relacionado con el proyecto.

Enseñar una lengua nueva, que la mayoría de ellas aprendieron en el aula de acogida del mismo centro, a personas de su familia que la desconocían ha sido un reto que valoran muy positivamente. Al principio la mayoría de las chicas enseñaban a sus madres, pero poco a poco, han ido probando también con otras parejas lingüísticas, lo que demuestra que han adquirido una seguridad en el rol de profesoras. Las clases se han convertido en un punto de encuentro, un espacio familiar y de confianza gracias al ambiente que se ha creado entre las mujeres, voluntarias y la dinamizadora. El hecho de ser mayoritariamente mujeres que se encuentran en situaciones similares también ha contribuido a animarlas a venir para aprender los tres lenguajes. Una de las madres destaca como importante que otra madre, que ha conocido en las clases, se ha convertido en su mejor amiga. El hecho de que, sin buscarlo inicialmente, el grupo estuviera integrado mayoritariamente por mujeres, para las mujeres pakistaníes ha contribuido a que se sintieran más cómodas y seguras para aprender, lo que valoran muy positivamente.

La vergüenza es una de las principales dificultades para aprender una lengua; en el espacio “Aprendemos. Familias en red “las madres remarcan que lo que más valoran de esta manera de aprender es el poder equivocarse y no sentirse mal, el poder preguntar tantas veces como sea necesario y en última instancia contar con la traducción al urdu del concepto para entenderlo del todo. El hecho de que en la mayoría de las parejas las chicas fueran las profesoras de sus propias madres, ha permitido que cada pareja parte del nivel de conocimiento de la lengua de su alumna, que cada una sigue su propio ritmo de aprendizaje y utilizara diferentes estrategias para contar y que hubiera la posibilidad de repasar los contenidos y aclarar dudas también en casa. La proximidad de un aprendizaje colectivo que se combina con una atención personalizada a cada alumna y cada nivel, ha hecho posible un doble empoderamiento y una adquisición de seguridad, tanto de las hijas en su capacidad de enseñar como de las madres en aprender, que va más allá del espacio de la clase.

Como resaltan algunas participantes: “Este proyecto ha sido como un imán que las ha atraído a venir y queremos seguir aprendiendo”. El IES Milà i Fontanals, donde se ha realizado la experiencia piloto, también la ha valorado muy positivamente, ya que ha conseguido acercar las familias al  centro educativo, dialogar con las madres y darse cuenta de lo mucho que las familias inmigradas valoran las oportunidades para estudiar y aprender que han encontrado en Barcelona para sus hijos e hijas y de la importancia de aprender la lengua de la sociedad de acogida para poder ayudar a sus hijos a la escuela y ser más autónomas ellas mismas. Debido al éxito de esta experiencia, la motivación y las ganas de las alumnas para seguir aprendiendo, para el próximo curso, se están buscando los recursos y sinergias para poder continuar con el proyecto en el mismo centro, abrirlo a otros centros educativos de Ciutat Vella, a otros barrios de Barcelona e incluso a otras ciudades de Cataluña.

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