Hacer el balance de un festival como el de San Sebastián sin pensar que es muy fácil obviar información que no siempre está al alcance, o que no puede pasar desapercibida, y no tener en cuenta aspectos que tal vez deban ser considerados para hacer una valoración justa resulta siempre inquietante. Lo que se pretende aquí es simplemente situar el papel del cine asiático en la programación, partiendo de la presencia del cine español, cuyo peso en este festival es definitivo para su promoción, y acercando cinematografías, para que se conozcan entre sí. Esto obliga a hacer una breve introducción acerca del lugar que ha ocupado el interés por el cine asiático en el marco de una edición del festival, donde el cine español ha recibido una acogida remarcable, como respuesta a la oferta que se ha hecho al público en general, favoreciendo el redescubrimiento de un cine que nos pertenece con producciones que rivalizan perfectamente con el mejor cine internacional. Títulos como Tardes de soledad, Concha de Oro, de Albert Serra, Nevenka de Iciar Bolaín, Casa en Llamas de Jonás Trueba, La virgen roja de Paula Ortiz, Los destellos de Pilar Palomero, El Llanto de Pedro Martín-Calero, Yo adicto de Javier Giner, Querer de Alauda Ruiz de Azúa, todas en la Sección Oficial, La guitarra flamenca, primer largometraje de Yerai Cortés, Los últimos románticos de David Pérez y Por donde pasa el silencio de Sandra Romero se encuentran entre los más destacados de esta edición, compitiendo con otros procedentes de países europeos como Francia, siempre con una gran presencia en el festival y este año con Emilia Pérez, de Jacques Audiard, una de las películas más recomendadas de la programación, Gran Bretaña o Alemania. La apuesta por el cine español en San Sebastián es clara y rotunda, no sólo por los títulos que se mencionan aquí, sino también por los 21 largometrajes que se han presentado en la sección MADE IN SPAIN, entre los que se encuentran La Abadesa de Antonio Chavarrías, Flores del cemento de Luismi Pantiga, El hombre bueno de David Trueba, As Neves de Sonia Méndez, Mamífera de Liliana Torres o Nina de Andrea Jaurrieta. Esta sección es significativa por cuanto a la inclusión de títulos que son por último indicadores de la gran producción cinematográfica que ocupa anualmente nuestras pantallas y que programadores de otros festivales y críticos pueden valorar. En este sentido, el festival de San Sebastián, para el cine español, se ha convertido en lugar de encuentro y de presentación indispensable para traspasar fronteras y para ser tenido en cuenta, como ocurre con el cine francés en el festival de Cannes o con el cine coreano en el festival de cine de Busan.
No menor es la importancia que se concede desde hace años al cine latinoamericano, que se concentra en la sección Horizontes Latinos con quince títulos: Argentina con tres y en varias coproducciones, Brasil, Chile, Perú y Colombia con dos, y México sólo con Sujo, película que ha obtenido el Premio AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo). No obstante, el cine argentino y el cine chileno también se encuentran representados en la sección oficial, con El hombre que amaba los platillos voladores y El lugar de la otra respectivamente. El festival ha reunido como es habitual una importante representación de la producción cinematográfica de América Latina de este 2024 también en la Sección oficial, en la de New Directors, Perlak y Zabaltegi-Tabakalera. Tampoco puede pasar desapercibida la recuperación del cine cubano de los años 70 y posteriores en la sección Klasikoak, para aquellos públicos que quieren conocer la influencia que algunos títulos ejercieron en el cine más independiente de España y América Latina desde los años 70 hasta finales del siglo XX. Desde hace tiempo, el cine latinoamericano fuera de sus países de origen encuentra en este festival una respuesta natural y uno de los lugares clave para su visibilidad. La dirección del festival propone un cine que nos acerca a realidades alejadas de la nuestra, derribando las fronteras físicas que nos separan del Otro y de lo otro, y blindan identidades nacionales. La apuesta se dirige contra los poderes hegemónicos y la colonialidad en general, que suele ejercerse confusamente, y cuya vigencia no puede quedar impune. La 72 edición de este festival ha propuesto varios destinos geográficos desde una perspectiva poscolonial, con relatos que denuncian la injusticia y nos revelan hechos que se nos ocultan, o que no alcanzan a tener visibilidad si no es a través del cine o de la literatura.
La presencia de Asia en este contexto ha recibido especial atención también este año, con importantes títulos que no tardarán en estrenarse en nuestros cines, poniendo de relieve la importancia de un cine, cuya creciente popularidad ha hecho que las distribuidoras españolas hasta bastante recientemente ajenas a este fenómeno se hayan interesado por contar con algunos de los títulos más representativos de cinematografías que hasta hace muy poco se repartían distribuidoras de Francia, Alemania, Inglaterra y Países Bajos. El balance es positivo, a favor del interés que el cine asiático ha ganado entre toda clase de públicos, que desean conocer otros mundos entendiendo que las ventanas donde se muestra nos dan acceso a mundos no tan cercanos, con una inmediatez que ningún otro medio de comunicación nos puede ofrecer. San Sebastián se anticipa a todos los demás festivales que quedan pendientes entre los meses de septiembre y diciembre cada año. Muchas películas esperan el turno para promocionarse en este festival, porque se algún modo se aseguran su distribución posterior en las salas comerciales. José Luis Rebordinos, su director, tiene muy en cuenta este cine todavía muy desconocido, pese a las excepciones pertinentes y nunca ha dejado de poner énfasis en las cinematografías japonesa, coreana y china, a juzgar por su interés en ciertos cineastas y sus trayectorias. Este festival es conocido en todos los países asiáticos y la mayoría de directores aspiran a poder presentar un día sus producciones aquí, sabiendo que San Sebastián, Cannes, Rotterdam, Berlín, Venecia, Udine y Locarno son sitios estratégicos en los que se debe estar para su promoción internacional.
En la presente edición del festival, el cine asiático ha competido prácticamente en todas las secciones contando con una importante respuesta por parte del público. En la sección oficial, Bound in Heaven, Premio FIPRESCI, primer largometraje de la cineasta china Xin Hou (1969), que fue la guionista de Sunflower, Concha de Plata en 2005 a la Mejor Dirección, en San Sebastián, y Serpent’s Path, co-producida por Japón y Francia, de Kyioshi Kurosawa (Kobe, 1955), un habitual en este festival, en Cannes y en Venecia. En la sección New Directors, otra película que llega de China, Stars and the Moon, de Yongkang Tang, segunda película después de Walking Darkness (2019), y cuyas localizaciones se sitúan en una China rural que contrasta radicalmente con la China urbana de Bound in Heaven y cuyos protagonistas se empeñan en creer que los extraterrestres visitan la tierra. También forma parte de esta sección Hiver à Sokcho, una coproducción de Francia y Corea del Sur, y la primera película de Koya Kamura (París,1983). Regretfully at Dawn, el segundo largometraje del director tailandés Sivaroj Kongsakul (Bangkok,1980), es una apuesta del festival en esta sección por un cineasta que se dio a conocer al recibir el Tiger Award en el festival de Rotterdam de 2011 por Eternity, su primera película. En la sección Zabaltegi-Tabakalera, más películas de Japón, país por el que José Luis Rebordinos tiene predilección y cuya selección incluye en este caso My Sunshine de Hiroshi Okuyama (Tokio, 1995), que ya obtuvo el Premio KutxaBank-New Directors en 2018 por Jesus, su primer largometrje; Super Happy Forever de Kohei Igarashi (Shizuoka, 1983), que se basa en un corto que hizo en 2017, Two of us, y presentó en Zabaltegi-Tabakalera con su tercer largometraje, The Night I Swam en 2017, que codirigió con Daniel Manivel; Ulises de Hikaru Uwagawa, que nació en Hiroshima, creció en Kunagawa y a partir de 2019 se instaló en Madrid, tras realizar su primer corto, Portrait of a Young Man as a Young Man. Ulises es su primer largometraje y un lugar de encuentro de culturas en el ámbito familiar, púbico y privado, que arranca de su propia experiencia migratoria. Por último, en esta misma sección se incorporaron tres cortos recientes, Leela, de India, Milky White y Here comes de Sun de China. La participación de Japón en el festival cuenta con dos títulos más, Northern Food Story, el primer largometraje de Tetsuya Uesugi (Sapporo, 1983). Formando parte de la sección Culinary Zinema, la película reúne a cuatro chefs trabajando en Hokkaido en base a la cocina tradicional japonesa y la cocina francesa. Y en la misma sección, Grand Maison Paris, de Ayuko Tsukahara, sigue al célebre chef japonés Obana cuando abre un nuevo restaurante en París en busca de la tercera estrella Michelin.
Pero, cuatro de los mejores títulos asiáticos se han reunido en la sección Perlak, con The Seed of the sacred Fig, del director iraní Mohammad Rasoulof, All we imagine as Light (Lo que imaginamos como luz) de Payal Kapadia, Memoir of a Snail (Memorias de un caracol), película de animación de Adam Elliot y A traveler’s Needs, de Hong Sangsoo. Las cuatro películas no tardarán en estrenarse próximamente en los cines de toda España. La trayectoria de Mohammad Rasoulof (Shiraz, Irán. 1972) empieza en 2002 con su primer largometraje The Twilight en 202, y tres años después con La Isla de Hierro obtuvo el Premio especial del jurado en el festival de Gijón. En 2011, con Goodbye obtuvo el premio a la mejor dirección en Un Certain regard del festival de Cannes, y volvió a ganar idéntico galardón en 2017 con A Man of Integrity. A los premios recibidos se suman el Oso de Oro de la Berlinale por La vida de los demás en 2020, y en el festival de Cannes de este año el Premio especial del jurado y el FIPRESCI por The Seed of the Sacred Fig. En San Sebastián, recibió el Premio del público a la Mejor Película europea por esta misma película, en la que su director trata de armar una historia que va más allá de lo anecdótico y acaba en un conflicto sin solución. Esta coproducción entre Alemania, Francia e Irán es una auténtica obra maestra, con una sólida estructura narrativa que trata de mostrar cómo se garantiza la estabilidad de un sistema de gobierno en una sociedad, cuando ésta, la comunidad y la unidad familiar reproducen la impunidad jerárquica que caracteriza a los totalitarismos de cualquier tipo, que según él inspiran siempre muchos relatos. Alemania presentará esta película en la categoría de mejor película Internacional para representar a su país en los Oscars 2025.
Payal Kapadia (Mumbai, 1986) ha sido una sorpresa, aunque ya llegaba a San Sebastián con su segundo largometraje, habiendo recibido el Gran Premio del Jurado en Cannes, compitiendo en la sección oficial de este festival, como la primera directora india, después de A Night of Knowing Nothing, que en 2021 obtuvo L´Oeil d´Or al mejor debut documental también en Cannes. All We Imagine as Light, su segunda película, ha sido co-producida por Francia, India, Paises Bajos y Luxemburgo, e interesa no tanto por el nudo argumental como por el discurso estético que promueve a favor de las imágenes y sobre todo de los primerísimos planos en los que se acerca a los rostros de las dos protagonistas para propiciar una lectura tanto de lo que dicen o parecen de decir como de sus silencios. Está claro que el Gran Premio del Jurado en Cannes ha sido una concesión que se puede interpretar de muchas maneras, al igual que el Premio RTVE-Otra Mirada obtenido por esta película en San Sebastián. A Payal Kapadia le queda mucho tiempo por delante todavía para seguir desarrollando una estimulante trayectoria, tras la buena recepción que han tenido en los festivales los dos largometrajes que ha realizado hasta ahora.
El australiano Adam Elliot (1972), ganador de un Oscar, presentó sus Memorias de un caracol, una película de animación que confirma el éxito de una trayectoria que inició desde la infancia dibujando sin cesar, pese a padecer una enfermedad que le hacía experimentar extraños temblores en las manos y que de alguna manera caracterizaron la forma y fisonomía de todas sus figuras. Preguntado por el coste de esta película, decía que no habría podido hacerla por menos de 5.000.000 de dólares, su coste real, que imputaba tanto a su trabajo, al guión, el diseño y a la producción de la película, sino también a los intérpretes que suelen ser grandes actores y actrices, porque para él las voces son una condición fundamental para comunicar lo que desea que los personajes digan y sobre todo para humanizarlos, lo que consigue como prueba el entusiasmo que generan sus películas. Años 70, dos hermanos gemelos, Gilbert y Grace, a los que se separa al quedar huérfanos para su adopción respectiva protagonizan este drama que no tardara en proyectarse en nuestros cines.
No podía faltar en San Sebastián un habitual en Locarno, la Berlinale o en Cannes como Hong Sangsoo (Seúl, 1960) con su última película, A Traveler’s Needs (Necesidades de una viajera) que obtuvo el Oso de Plata y el Gran Premio del Jurado en la Berlinale 2024. Isabelle Huppert como protagonista da juego a una trama fácil que no obstante aquel aborda con simplicidad y el estilo que habitualmente caracteriza sus diálogos. Ella quiere pasar un tiempo en Seúl y trata de dar clases particulares de francés para cubrir su estancia, conociendo así un poco más la vida de sus alumnos y poniendo en evidencia las diferencias que separan la cultura coreana y la cultura occidental. En San Sebastián ha recibido varios premios: en 2016, la Concha de plata a la Mejor Dirección por Lo tuyo y tú, y una mención especial en Zabaltegi-Tabakalera por The Woman Who Ran en 2020. Pero en la pasada edición ha competido con muchos títulos que también buscaban una oportunidad en este festival. Establecer un balance completo de un festival como el de San Sebastián con una programación tan extensa resulta imposible, aunque el intento no se rechace y se quiera abarcar por temáticas o secciones. Aquí se ha querido hacer una aproximación a algunas de las obras que han destacado en la programación de esta edición y sobre todo tener en cuenta la presencia del cine asiático en este escenario, que no ha sido menor que la de otros países europeos, sino tal vez, al contrario, sobre todo de países como Japón y China e Irán o India, cuyos títulos han sido acogidos con entusiasmo como se desprende de los premios recibidos.
Menene Gras Balaguer es la directora de Cultura y Exposiciones de Casa Asia y del Asian Film Festival Barcelona