En el último día del festival y antes de darse a conocer a los premiados, José Luis Rebordinos me decía que este año había conseguido que hubiera una importante representación del cine asiático y que esto iba a contribuir a una mayor circulación de este cine en nuestro país.
En el transcurso de la conversación que mantuvimos, Rebordinos dejó claro cuáles eran a su juicio las cinematografías del continente asiático más desarrolladas y que estaban haciendo una mayor aportación al escenario multicultural que se identifica con este festival. Todavía no se había hecho pública la Concha de Oro de esta edición concedida a la película china “I am not Madame Bovary” de Feng Xiaogang, ni la Concha de Plata a la mejor actriz, Fan Bingbing, la protagonista de esta película. Tampoco se conocía la Concha de Plata al mejor director, que recibió el coreano Hong Sang-soo, por “Yourself and Yours”.
Estos premios dan la razón a Rebordinos, pese a no ser las favoritas de las quinielas según se rumoreaba. Director y actriz habían presentado el pasado 18 de septiembre esta película en el Kursaal y volvieron a viajar ayer para recibir personalmente estos premios; por su parte, Hong Sang-soo, un “clásico” contemporáneo del cine coreano, recibió el galardón de manos de Jia Zang-ke, que formaba parte del jurado de la sección oficial de esta edición. Lo cierto es que el cine asiático en esta edición ha abarrotado las salas de públicos heterogéneos, adictos a un cine que no tiene la opción de proyectarse habitualmente, pero que despierta su interés por el descubrimiento y la exploración de otros lenguajes y otras culturas.
P. ¿En relación al conjunto de la programación, cómo valorarías la presencia del cine asiático en el festival de este año y qué audiencia tiene aquí en San Sebastián?
R. La presencia de Asia en esta edición ha ganado fuerza y se ha consolidado. El cine asiático tiene ya un peso específico en la escena internacional y nosotros intentamos que esto se vea en la programación. Hemos puesto un empeño especial para conseguirlo.
P. El cine asiático ha estado presente en casi todas las secciones de una manera exhaustiva, teniendo en cuenta que el festival debe hacer compatibles varias opciones, como la de presentar el último cine hecho en España, dedicar una sección como Horizontes Latinos en exclusiva al cine latinoamericano, y traer cinematografías procedentes de Europa, EEUU y otros países. Me pregunto hasta qué punto el cine asiático puede ir ocupando más espacio del que ya ocupa dentro de la programación.
R. Las cinematografías asiáticas han tenido una buena representación en esta edición del festival y creo que el público ha recibido con entusiasmo la propuesta que hemos hecho. Como habrás visto, en la sección oficial teníamos dos películas japonesas, una coreana y la película china ganadora de la Concha de oro. Proporcionalmente al número total de títulos que formaban parte de esta sección, veinticinco en total aunque no todas a concurso, la representación en esta sección no está mal. Sucede lo mismo con la sección “Nuevos Directores”, con dos películas chinas, “Something in Blue de Yumbo Li, un director muy joven, y “One Hundred and Fifty years of Life de Liu Yu; y una coreana, “Our Love Story” de Lee-Hyun, entre las dieciséis que abarcaba la sección. La representación del cine asiático se ha tenido en cuenta igualmente en la sección “Perlas”, en la “Zabaltegi Tabakalera” (ZT), en la de “Cine y Gastronomía”, y en la de “The Act of Killing” (AK).
P. Cuando hablas de cinematografías asiáticas, ¿a qué geografías te refieres principalmente? ¿Qué campo de visión abarcas? Para Casa Asia y en particular el Casa Asia Film Festival, el espacio geográfico que es de nuestra competencia va desde Asia central y las ex repúblicas soviéticas –los seis tanes- Asia meridional, Sudeste Asiático, Australia y Nueva Zelanda.
R. Para mí, ni Australia ni Nueva Zelanda son países asiáticos estrictamente hablando; La verdad es que no resulta fácil llegar a estos países ni a otros que no tengan una industria cinematográfica desarrollada, como China, Corea y Japón, que sí han creado una industria en este caso potente. Los tres países tienen mucho que ofrecernos. Son cinematografías que compiten en los principales festivales internacionales con las diferentes industrias locales de países occidentales, que hasta hace unos años lideraban el mercado.
P. ¿Es posible que en futuras ediciones se amplíe la geografía del festival a otros países –y no me refiero al cine iraní al que el festival nunca ha sido ajeno- sino a cines de Asia Central, como el cine de Kazajastán, Kuirguistán, o Afganistán, Pakistán, Bangladesh, y del Sudeste asiático como Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam, por poner un ejemplo? Imagino que la tendencia será ésta, teniendo en cuenta que este año se ha incluido la película del camboyano Rithy Pahn, uno de los cineastas políticamente más comprometidos, “S-21La Machine de mort khmère rouge” (La máquina roja de matar), relizada en 2003, en la sección The Art of Killing (AK).
R. Nunca hemos descartado ninguna de estas opciones y obviamente estamos dispuestos a aprovechar estas posibilidades. Pero, como te decía, no es fácil llegar a estos países; y por llegar entiendo recibir la información necesaria para saber lo que está pasando. A esto cabe añadir la dificultad para obtener los derechos de proyección, la traducción y el subtitulado, y que sean películas que puedan competir con la mejor selección que procede de otros países.
P. No obstante, hay una gran ausencia, que es la de India, unos de los países con una industria más desarrollada y competente. ¿A qué se debe? Me intriga saber porqué y al mismo tiempo me parece interesante que tomes partido por unas cinematografías más que por otras y que esto se traduzca en la programación.
R. Veo bastante cine indio, pero tenemos menos contacto con sus directores y distribuidores. Lo que se entiende por cine Bollywood no me interesa. Es puro exotismo y no tiene cabida en nuestro festival. Pero, también te aclaro que el hecho de que en esta edición no haya ningún título procedente de este país en la presente edición no significa que no hayamos proyectado cine indio en ediciones anteriores ni que no vayamos a hacerlo en el futuro.
P. No todo el cine indio, sin embargo, es Bollywood. Hay un cine independiente y realista, que carece prácticamente de distinción comercial y que tal vez se adecúa a los criterios de selección que se aplican desde el festival. Existe una tradición que se remonta hasta Mrinal Sen, Satyajit Ray, Ritwik Ghatak, Bimal Roy, Tapan Shina, Khwaja Ahmad Abbas, Buddhadeb Dasgupta, Chetan Anand, Guru Dutt y V. Shantara, que forman parte de la generación de la Edad de Oro del cine indio, y que sigue ejerciendo influencia en cineastas que se distancian del Bollywood y que tratan de dar continuidad al cine de quienes consideran sus predecesores.
R. La falta de distribución de este cine en particular, dada la popularidad de las películas bollywood que arrasan en el mercado, es quizá uno de los factores decisivos a la hora de programar. Por otra parte, aprovecho para decirte que en un país dominado por la desigualdad, la explotación, los abusos, la violación de los derechos humanos, el maltrato de la mujer, el régimen de castas y tantos otros temas relacionados con una sociedad extremadamente compleja, pendiente de una modernización que no se procesa, debería producirse una respuesta en todos los ámbitos. Pero, no veo un cine comprometido como el que correspondería para concienciar a todos los públicos de la necesidad de cambios que logren evitar que se perpetúen hechos como los que conocemos todos los días a través de la prensa, que al parecer permanecen impunes. Me extraña, en una palabra, que no haya un cine de denuncia, cuando existen claros precedentes en este país de su posibilidad y su impacto.
P. El desarrollo del discurso postcolonial en India no es reciente –la reflexión sobre la subalternidad tal como se presenta en “Can the Subaltern speak?” de Gayatry Spivac data de 1985, entre otros precedentes, y se prolonga con “The Location of Culture” (1994) de Homi K. Bhabha- ni en la filosofía ni en la literatura ni en el cine. Existe una correlación de fuerzas entre cada una de estas disciplinas. Hay un cine que hereda la tradición que te mencionaba influenciada a su vez en un inicio por el realismo italiano, pero es evidente menos conocido y menos desarrollado por la inexistencia de una distribución internacional para su proyección en otros escenarios.
R. Como te decía, India es un país muy grande, cuyas producciones deberían abarcar temas sociales con mayor profundidad, como la situación de la mujer y la violación de los derechos humanos fundamentales. La desigualdad social endémica, el conflicto territorial engendrado por la partición, cuya repercusión en la población de ambos lados de la frontera entre los dos países ha generado tensiones que no tienen fin, a causa de las reclamaciones de India y Pakistán sobre Cachemira, de mayoría musulmana. Por cuanto al cine afgano, me ocurre lo mismo que con el cine palestino o sirio: ¿por qué no hay más testimonios audiovisuales de estos países? El integrismo es otro de los temas de una actualidad aplastante que no se tratan. Ten en cuenta que hoy en día se puede hacer cine con una cámara que cabe en una mano, por lo tanto no es por falta de medios que esto no se hace. Ninguno de estos tres países que acabo de mencionarte están en los festivales. No nos llegan producciones que revelen al mundo conflictos que no obstante nos afectan globalmente; sin embargo, hemos recibido miles de películas sobre los emigrantes en el Mediterráneo, pero, en última instancia, no somos un festival de derechos humanos. Ni tampoco nos dedicamos a una región del mundo ni a una temática en exclusiva.
P. Pero, hay un cine afgano, por ejemplo, donde la denuncia de la situación de la mujer, aunque insuficiente, empieza a desempeñar un importante papel, que hasta hace poco no se contemplaba. Es un cine que suele mantenerse en la periferia de los circuitos de distribución y que sólo se puede ver en festivales como los de Berlín, Locarno o Rotterdam. Pese a ser más periférico, es un cine muy activo y mucho más presente en festivales internacionales que el cine de Bangladesh, pese a tener una gran industria cinematográfica local, o de Pakistán. Lo mismo sucede con el cine de Camboya, Malasia, Tailandia, Indonesia o Vietnam. En el Casa Asia Film Festival, intentamos dar cabida a estas cinematografías, atendiendo a lo que hoy se entiende por el giro cultural de la geografía.
R. Es cuestión de tiempo. Estas cinematografías empiezan a desarrollarse y a tener una mayor presencia en el mundo occidental, a medida que las economías en vías de desarrollo de los países de los que proceden se van consolidando. No obstante, insisto de nuevo en la necesidad de poder recibir información sobre las respectivas producciones a las que están dando lugar y de que estén a nuestro alcance.
P. El cine japonés y el coreano son cinematografías muy esperadas por los públicos del festival. En lo que que respecta a la presente edición, “Iraki”/”Rage” del japonés de origen coreano Lee-Sang-il me parece una buena película, con una estructura narrativa poco convencional y no obstante que mantiene la tensión y la intriga de principio a fin. “Yourself and Yours” del coreano Hong-Sang soo es otra de las películas que han suscitado mayor atención, por cuanto ambas cinematografías no son desconocidas del público en general.
R. Es una gran película. Con el cine japonés hemos establecido muchos contactos y tanto en Japón como en Corea intentamos ir a explicarles quiénes somos y qué es el festival. Nos interesa perseverar y que este país, al igual que Corea y que China, sigan teniendo una importante presencia en San Sebastián. Por otra parte, Hong-Sang soo es un clásico y su cine importa determinadas características muy reconocibles. No es de extrañas que esta película acorte distancias entre culturas al tratar de temas muy comunes y domésticos, y a la vez muy globales.
P. No hemos hablado del cine filipino, cuya singularidad le diferencia claramente de otras cinematografías del sudeste asiático, porque se identifica claramente con la cultura de origen y una tradición que se remonta a los años 70 y sigue vigente en la actualidad, me refiero a un cine independiente, no a las producciones más comerciales que tienen su propio mercado en el país. Nombres como los de Lino Brocka, Brillante Mendoza, Raya Martin, Lav Diaz, Mike de Leon o Ishmael Bernal entre otros, sobradamente familiares en Cannes, Berlín, Locarno y Rotterdam, forman parte de una cinematografía a tener en cuenta. Obviamente, sin excluir la presencia que tienen en los festivales de Busán o Vietnam.
R. En efecto. Es un cine que me interesa, porque hay cineastas muy buenos como los que has mencionado y porque es un cine que habla de las nuevas realidades urbanas y la transformación de las grandes ciudades. Este año hemos proyectado en la sección Zabaltegi-Tabakalera la película de Lav Diaz, “A Lullaby to the Sorrowful Mystery” (2016), cuya duración de casi ocho horas es un desafío para gran parte de los espectadores. Es un cineasta representativo del nuevo cine filipino y ha sido reiteradamente premiado en los festivales europeos y asiáticos. El tema de la película, por otra parte, nos afecta directamente al tratarse de una historia compartida por Filipinas y España, durante la rebelión filipina de 1896 contra España que acabaría con la independencia del archipiélago filipino. En cualquier caso, es una cinematografía que siempre tenemos en cuenta en la programación.
P. El festival de San Sebastián ya se conoce en muchos países asiáticos y forma parte del circuito de festivales europeos más visitados, y con mayor afluencia de públicos y “medios” que vienen de todas partes del mundo. Supongo que lo que se ha conseguido es el resultado de una serie de esfuerzos en la programación que se hacen desde años.
R. Así es. Pero, queremos llegar a más sitios; ampliar nuestras conexiones y nuestros contactos para estrechar las relaciones con todos estos países de los que hemos hablado. No nos sucede únicamente con el continente asiático; también nos gustaría tener un mayor contacto con las cinematografías del Norte de África y de los países árabes, aunque la producción es en términos generales escasa. Volviendo a la presencia del cine asiático en esta edición, creo que ha sido particularmente exhaustiva en casi todas las secciones, siempre teniendo en cuenta el número de países participantes, y esperamos seguir ampliándola en las próximas ediciones, porque es un cine que amplía nuestra visión del mundo, y fomenta la tolerancia y la interculturalidad.