24/03/2009 | Actualidad > AsiaMedia
Japón ha sido considerado durante largo tiempo un gigante económico y un enano político en la escena internacional. Tras su derrota en 1945, el país fue ocupado por los EEUU pero, una vez recuperó su soberanía, no dispuso de la capacidad de maniobra suficiente para desarrollar una diplomacia activa e independiente. Se situó, a partir de 1951, bajo la protección militar estadounidense y dedicó sus esfuerzos a la reconstrucción del país y su reintegración en el sistema económico internacional. En 1964, los Juegos Olímpicos de Tokio consagran la irrupción japonesa en el escenario internacional. Con el fin de la guerra fría, se inicia en 1978 la apertura económica china y asimismo, la democracia irrumpe en Corea del Sur en 1987. Japón se convierte en la primera economía mundial, la primera asiática y el primer donante de AOD en el sistema de NNUU. Sin embargo, cuando Japón gira su mirada hacia al continente asiático ve a China renacer como otro gigante económico con vocación de liderazgo regional. Los exitosos Juegos Olímpicos de Pekín en 2008 han marcado también un antes y un después para China. En cambio, Japón con sus limitaciones constitucionales en el ámbito militar, su economía desacelerada y una población envejecida, no puede desarrollar un liderazgo ‘político’ en Asia Oriental

Japón ha sido considerado durante largo tiempo un gigante económico y un enano político en la escena internacional. Tras su derrota en 1945, el país fue ocupado por los EEUU pero, una vez recuperó su soberanía, no dispuso de la capacidad de maniobra suficiente para desarrollar una diplomacia activa e independiente. Se situó, a partir de 1951, bajo la protección militar estadounidense y dedicó sus esfuerzos a la reconstrucción del país y su reintegración en el sistema económico internacional. En 1964, los Juegos Olímpicos de Tokio consagran la irrupción japonesa en el escenario internacional. Con el fin de la guerra fría, se inicia en 1978 la apertura económica china y asimismo, la democracia irrumpe en Corea del Sur en 1987. Japón se convierte en la primera economía mundial, la primera asiática y el primer donante de AOD en el sistema de NNUU. Sin embargo, cuando Japón gira su mirada hacia al continente asiático ve a China renacer como otro gigante económico con vocación de liderazgo regional. Los exitosos Juegos Olímpicos de Pekín en 2008 han marcado también un antes y un después para China. En cambio, Japón con sus limitaciones constitucionales en el ámbito militar, su economía desacelerada y una población envejecida, no puede desarrollar un liderazgo ‘político’ en Asia Oriental.

Japón mantiene su alianza estratégica con los EEUU. Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, ha participado, discretamente, en la política estadounidense dirigida a la lucha contra el terrorismo internacional, por medio de tareas de apoyo logístico en el Océano Indico, en misiones de carácter humanitario en Irak de 2003 a 2006 y ahora se presta a participar en actividades de igual índole en Afganistán. También ha establecido contactos con la OTAN. Para Japón es importante observar como va a evolucionar a medio plazo, las relaciones entre los EEUU y China. Si bien Washington ha reafirmado la centralidad de la alianza con Japón en su política en Asia Oriental, no se puede obviar que China, en plena crisis económica mundial, se ha situado en una buena posición negociadora en tanto que es la primera acreedora del malherido sistema financiero estadounidense.

Hillary Clinton apostó por Asia en su primer viaje diplomático demostrando cuáles son las nuevas prioridades estratégicas y económicas de los EEUU. Visitó Japón, Indonesia, China y Corea del Sur. Hizo su primera escala en Tokio, el 17 de febrero. Unos días después, el presidente Barack Obama recibió al primer ministro japonés Taro Aso, el 24 de febrero en la Casa Blanca, siendo su primera entrevista concedida a un dirigente extranjero en Washington. EEUU confirmaron a Japón como su primer aliado y ‘la piedra angular’ de la política de seguridad en Asia Oriental y se comprometieron a mejorar su sistema de consultas antes de adoptar decisiones políticas que afecten a sus aliados de Asia Oriental. La anterior Administración Bush decidió sacar a Corea del Norte de la lista de países terroristas a pesar de la frontal oposición de los japoneses. También hay razones de seguridad ‘económica’. Japón es, tras China, el segundo tenedor de bonos del Tesoro de EEUU, imprescindibles para financiar el plan de salvamento de su economía. Barack Obama desea que Japón siga comprando más bonos del Tesoro, algo harto difícil para un país que también ha caído en una profunda recesión económica en un marco de inestabilidad política y con unas elecciones generales a la vista.

Sin embargo, no cabe esperar grandes cambios en relación con la anterior administración Bush. EEUU necesita entenderse y cooperar más con Pekín para afrontar y reconducir la crisis financiera mundial. China posee cerca de 600.000 millones de dólares en Bonos del Tesoro. Washington recuerda que una rápida recuperación de su economía beneficiaria también a la economía china, muy dependiente de su sector exportador. También precisa contar con China para afrontar otros problemas urgentes como el cambio climático global o el freno de la proliferación nuclear en países como Corea del Norte. Realmente, EEUU precisa cooperar, a la vez, con Japón y China. Pero es un triángulo de difícil equilibrio ya que las relaciones entre Tokio y Pekín siguen siendo problemáticas. Y las existentes entre Tokio y Seúl también sufren sus altibajos.

Japón quiere mejorar sus relaciones con los dos vecinos, China y Corea del Sur. El 6 de mayo de 2008, el presidente chino Hu Jintao inicio una visita oficial a Japón. Habían pasado diez años desde el anterior viaje del presidente Jiang Zemin en 1998. Desde 2006, existe una voluntad común de intentar, una vez más, superar viejas heridas históricas no cicatrizadas así como resolver algunos conflictos territoriales pendientes que enturbian las relaciones políticas. Estas relaciones se complicaron mucho durante la etapa de Junichiro Koizumi (2002-2006). Se precisa un marco de confianza que impulse una mayor cooperación entre los dos países, cada vez más interdependientes económicamente. China superó, en agosto de 2008, a los EEUU como principal destino de las exportaciones japonesas. Hay factores externos que podrían facilitar este acercamiento como son el nuevo diálogo entre Pekín y Taipei o la colaboración china, en el marco del Grupo de los 6, en relación al conflicto inter-coreano. Japón tiende también puentes para un mejor entendimiento con Corea del Sur. El presidente Lee Myung-bak se reunió con Yasuo Fukuda en Tokio el 20 de abril de 2008 y Taro Aso visitó Seúl el 11 y 12 de enero de 2009. Hay un nuevo factor que puede ser clave: la crisis financiera global puede obligar a reforzar positivamente la cooperación regional asiática en los ámbitos financiero y económico. Pero, también podría ocurrir que rebroten los fantasmas del proteccionismo económico.

Las relaciones económicas y comerciales entre Japón y Rusia han sido impulsadas en los últimos años. Tokio precisa diversificar sus proveedores de recursos energéticos para no depender tanto de sus importaciones procedentes de Oriente Medio. Pero las relaciones políticas están aún condicionadas por un viejo litigio territorial con Rusia, que incluso impidió la firma de un tratado definitivo de paz entre ambos países tras finalizar la Segunda Guerra Mundial. Los japoneses reclaman la soberanía de cuatro islas del Archipiélago de las Kuriles que denominan como ‘los territorios del Norte’, ya que están situados a 1.200 Km. de la isla de Hokkaido. En 1945, las tropas rusas ocuparon las Kuriles y tras deportar a la población japonesa, Stalin las anexionó a la ex Unión Soviética. Cuando Japón y la URSS restablecieron sus relaciones diplomáticas en 1956, los japoneses reafirmaron sus derechos territoriales pero este conflicto no ha sido aún resuelto. El 18 de febrero, Taro Aso y el presidente ruso Dimitri Medvedev se reunieron en la isla de Sajalin en el Océano Pacífico, donde algunas empresas japonesas participan en proyectos de cooperación energética. Ambos dirigentes dialogaron sobre la conveniencia de llegar a un arreglo del conflicto. Rusia ya reconoció en 1956 y en 2005, su disponibilidad a devolver dos de las cuatro islas reclamadas, pero Japón insiste en llegar a una solución total de la cuestión.

En cambio, Japón no debe afrontar problemas políticos o resentimientos históricos para desarrollar sus relaciones con la India. Todo lo contrario. A diferencia del modelo chino de ‘capitalismo sin pluralismo político’, Japón e India pueden reivindicar sin complejos la legitimidad de su modelo de democracias parlamentarias en Asia. Ambos observan con atención la creciente influencia china en el continente. Shinzo Abe visitó Nueva Delhi en agosto de 2007, declarado ‘Año del Japón en la India’. Se firmaron, entonces, importantes acuerdos sobre inversión japonesa en las infraestructuras indias. En los últimos años, India se ha convertido en el primer destinatario de la AOD japonesa, desplazando a China (que ocupó este lugar en los años ochenta y noventa). En octubre de 2008, el primer ministro indio Manmohan Singh visitó Tokio, la tercera vez desde que fue nombrado primer ministro en 2004. Con Taro Aso se ha dado otro salto cualitativo en una cooperación bilateral que va más allá del ámbito económico y comercial. Los dos países firmaron una declaración que incluye también la cooperación en áreas de defensa y seguridad. Fue a su vez significativo el acuerdo de cooperación espacial firmado entre la India Space Researh Organization (ISRO) y la Japan Aerospace Exploration Agency (JAXA). Taro Aso se muestra, en cambio, más reacio a cooperar con India en el campo nuclear civil y mucho menos a las puertas de un año electoral. Es conocida la especial sensibilidad de la opinión pública japonesa en esta materia ya que India no ha ratificado el Tratado de no proliferación nuclear. Tampoco se desea inquietar a China.

Japón sigue siendo la segunda economía mundial pero ya no puede ser considerado un enano político. Su peso político, diplomático y cultural en Asia y en el resto del mundo es indiscutible. Desarrolla un importante ‘soft power’ en el ámbito cultural. Y ambiciona desempeñar un mayor protagonismo en la diplomacia global, en paralelo a su gran peso económico. Derrotado en 1945 y citado expresamente como ‘estado enemigo’, al igual que Alemania, en el artículo 53,2 de la Carta de San Francisco, Japón no fue miembro originario de las NNUU. Pero a partir de su entrada en 1956, llegó a ser el segundo mayor contribuyente a la financiación de las NNUU y de sus Organismos Especializados y es uno de los principales donantes de AOD, especialmente en Asia y África. Ha sido fundador en 1966 y principal proveedor de fondos financieros del Banco Asiático de Desarrollo. También ha participado activamente en operaciones de mantenimiento de la paz y la seguridad internacional (Camboya, Timor-Este, Irak, Sudán, etc.). Solo despliega sus tropas de autodefensa después de ser aprobada una resolución de las NNUU. El 17 de octubre de 2008, la Asamblea General votó favorablemente su candidatura a seguir ocupando una silla como miembro no permanente del Consejo de Seguridad. Japón, partidario de una profunda reforma de las NNUU, tiene la firme voluntad de ocupar, en una futura ampliación del Consejo de Seguridad, una silla de miembro permanente, un objetivo al cual también aspiran, entre otros países, Alemania, Brasil, India y Sudáfrica. Pero sus justas pretensiones chocan otra vez con las reticencias políticas chinas.

Alemania se reintegró internacionalmente en el seno de la Unión Europea. Pero no existe por ahora un marco institucional parecido en Asia Oriental. En consecuencia, Japón considera que las NNUU constituye un vehículo ideal para lograr el merecido reconocimiento internacional a través de sus actividades de fomento y defensa de los ‘bienes públicos globales’. Ha sido un país muy activo a favor de la paz y el desarme mundial y de la lucha contra la proliferación nuclear con fines militares. También es activo en la protección internacional del medio ambiente, la seguridad alimenticia, etc. Sin embargo, el merecido reconocimiento para Japón de un ‘status’ de potencia ‘política’ mundial a la par con su peso económico lo alcanzará en la medida que consiga recomponer sus relaciones de carácter político con China.

Jaume Giné Daví, profesor asociado del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona y profesor asociado de la Facultad de Derecho de ESADE, é investigador asociado del Igadi. Páxina web: www.jaumegine.cat

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