19/05/2009 | Actualidad > AsiaMedia
Corea del Norte sigue incrementando la tensión militar en el noreste de Asia. El proceso de negociación para su desnuclearización en el marco del Grupo de los 6 está en un punto muerto y no se ha reunido desde diciembre del 2008. Pyongyang no permitió a EEUU ni a la AIEA llevar a cabo una verificación directa y fehaciente en sus instalaciones de la documentación entregada sobre su programa nuclear. A partir de enero empezó a subir el tono en su confrontación política con Seúl que ha afectado negativamente las actividades económicas del complejo industrial de Kaesong. Luego enseñó los dientes a Washington y rechazó los envíos de ayuda humanitaria ofrecidos por los EEUU. Incluso se ha negado a recibir en Pyongyang al enviado estadounidense Stephen Bosworth durante las dos giras que, en marzo y mayo, realizó para hacer consultas con los miembros del Grupo de los 6

Corea del Norte sigue incrementando la tensión militar en el noreste de Asia. El proceso de negociación para su desnuclearización en el marco del Grupo de los 6 está en un punto muerto y no se ha reunido desde diciembre del 2008. Pyongyang no permitió a EEUU ni a la AIEA llevar a cabo una verificación directa y fehaciente en sus instalaciones de la documentación entregada sobre su programa nuclear. A partir de enero empezó a subir el tono en su confrontación política con Seúl que ha afectado negativamente las actividades económicas del complejo industrial de Kaesong. Luego enseñó los dientes a Washington y rechazó los envíos de ayuda humanitaria ofrecidos por los EEUU. Incluso se ha negado a recibir en Pyongyang al enviado estadounidense Stephen Bosworth durante las dos giras que, en marzo y mayo, realizó para hacer consultas con los miembros del Grupo de los 6.

El 5 de abril lanzó un misil balístico internacional que tras sobrevolar Japón y recorrer unos 3.100 kilómetros cayó en el Océano Pacífico. Esta acción provocó, el 13 de abril, una resolución condenatoria del Consejo de Seguridad de las NNUU por haber violado la resolución 1718 aprobada tras realizar el primer ensayo nuclear en 2006. Pyongyang respondió al día siguiente de forma virulenta anunciando formalmente su retirada definitiva de las negociaciones que se desarrollan en el Grupo de los 6, la expulsión de los inspectores de la Agencia Internacional para la Energía Atómica y la reactivación inmediata de sus instalaciones nucleares y el enriquecimiento de plutonio para reforzar su capacidad de disuasión nuclear. Y el 29 de abril amenazó con proceder a un segundo ensayo nuclear y lanzar otro misil balístico intercontinental si el Consejo de Seguridad no pedía inmediatamente excusas por haber sancionado a tres empresas norcoreanas.

La actitud norcoreana no debería sorprender. Estamos en la repetición de una situación que ya ha ocurrido con anterioridad. Responde a una estrategia calculada que Pyongyang ha utilizado sistemáticamente desde hace décadas. Provoca repetidamente tensiones internacionales para exigir y lograr ayudas y compensaciones económicas a cambio de paralizar y declarar su programa nuclear. Pero luego no cumple sus compromisos internacionales porque realmente no quiere renunciar a sus ambiciones nucleares. Como en otras ocasiones, Washington sospecha que Corea del Norte ha continuado en todo momento y secretamente su programa nuclear de enriquecimiento de uranio susceptible de uso militar.

Corea del Norte es un estado ‘fallido’ sin reservas de divisas pero tiene ‘reservas de plutonio’ (de 30 a 40 kilogramos) suficientes para montar de seis a ocho bombas nucleares. Y no duda en utilizar la extorsión nuclear e incluso exigir, con amenazas, disculpas inmediatas al Consejo de Seguridad de las NNUU. Sin embargo, el misil lanzado el 5 de abril iba dirigido principalmente a los despachos de Washington. Las exigencias son ahora más políticas que económicas. Pyongyang insiste en que se le reconozca un ‘status’ de potencia nuclear para negociar directamente, en una posición de mayor fuerza, unos acuerdos más favorables con la nueva administración estadounidense. Conforme al Tratado sobre la no proliferación nuclear (TNP) solo cabe reconocer el status de Estado nuclear a los 5 que ya habían realizado pruebas nucleares antes de 1967 (EEUU, Francia, Gran Bretaña, Rusia y China). Pero existen ‘de hecho’ otros tres, India, Pakistán e Israel, que también lo son si bien no son partes del TNP. Más allá de las cuestiones meramente formales y en palabras de Mohamed ElBaradei, director general de la AIE, ‘es un cuestión de hecho que Corea del Norte posee bombas nucleares’.

También hay factores de política interna. Tras los rumores sobre el estado de salud de Kim Jong-Il, que sufrió un infarto en agosto de 2008, el lanzamiento se decidió como una espectacular acción propagandística para reforzar su liderazgo ante el pueblo y el ejército. El dictador pretende mantener el régimen político, asegurar la sucesión en uno de sus tres hijos, posiblemente el tercero, Jang Song-taek que tiene solo 26 años. Y espera celebrar, con toda la pompa en 2012, el centenario del nacimiento de Kim Il-sung, fundador de la dinastía familiar.

Pyongyang tiene prisa para obtener buenos resultados de su apuesta nuclear. No le sobra tiempo. Pero Obama tiene otras prioridades más urgentes en Asia pues está centrado en resolver la complicada situación militar en Irak, Afganistán y Pakistán. Washington, Tokio y Seúl van a mantener abiertas las puertas al diálogo pero no van a ceder bajo presión ante Pyongyang. Sin descartar negociaciones bilaterales, se mantendrán firmes y unidos en su posición y quieren resolver el conflicto en el marco del Grupo de los 6, donde está la pieza clave que es China.

Washington consideró una provocación inaceptable el ensayo del misil balístico el mismo día en que Obama también lanzaba desde el castillo de Praga un importante mensaje dirigido a la comunidad internacional en favor de la no proliferación nuclear. En este nuevo contexto, no se puede ceder porque, en caso contrario, se crearía un peligroso precedente para que otros estados fallidos o grupos terroristas internacionales, incluso con la colaboración de Corea del Norte, tuvieran acceso a tecnología o material nuclear y pretendiesen chantajear a la comunidad internacional utilizando estrategias similares.

No es previsible que Pyongyang asuma, a corto plazo, la realidad y retorne a las negociaciones multilaterales. Es muy posible que Corea del Norte cumpla, dentro de los próximos meses, su amenaza de llevar a cabo un segundo ensayo nuclear. También cabe esperar que lance otro misil balístico internacional o provoque algún incidente naval con los buques surcoreanos como en junio de 1999 y junio de 2002. Llegado a este punto crítico, se requerirá mucha prudencia política y no reaccionar en caliente. Es inviable una intervención militar contra el Norte. El bombardeo de sus instalaciones nucleares no serviría de gran cosa porque tiene sus reservas de plutonio bien a resguardo. Una invasión terrestre a gran escala tampoco es viable frente al enorme ejército norcoreano en terreno montañoso y fortificado y preparado ‘mentalmente’ durante décadas para la ocasión. Corea del Sur y Japón se oponen drásticamente a toda aventura militar. Saben que Kim Jong-Il, a diferencia del Irak de Sadam Hussein, si tiene capacidades nucleares para reaccionar y destruir Seúl e incluso alcanzar Japón. Por otro lado, las sanciones internacionales no afectan a la elite política y militar, solo aumentan el sufrimiento de la población civil. Un embargo sería inútil si China no lo apoya. La realidad es que desde 2004, ha ido incrementando su ayuda al norte para evitar el colapso económico del régimen, lo que provocaría una masiva afluencia de refugiados hacía su frontera.

Solo quedan las negociaciones internacionales. Pero si Corea del Norte repite un ensayo nuclear se complicará aun más la salida negociada. Tal vez habrá llegado entonces el momento en que China intervenga decididamente. Solo Pekín tiene la llave maestra para obligar a Pyongyang a volver a la mesa de negociaciones para alcanzar un acuerdo definitivo que asegure su completa desnuclearización. En caso contrario, Japón y Corea del Sur podrían replantearse su política militar no nuclear pues ambos países poseen las capacidades tecnológicas para serlo en muy poco tiempo.

Jaume Giné Daví, profesor asociado del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Profesor asociado de la Facultad de Derecho de ESDE. Investigador asociado a IGADI. Páxina web: http://www.jaumegine.cat/.

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