La primera cosa que hay que saber de Saigón es que, en realidad, ya no se llama así. Después de la guerra, esta bulliciosa y artística ciudad adoptó el nombre de Ho Chi Minh, el líder de la revolución comunista, y se convirtió en uno de los centros más importantes del país. Aquí escuchareis por primera vez uno de los lemas del comercio vietnamita, el ‘Same, same, but different’ (igual, igual, pero distinto), que hace referencia a las copias prácticamente perfectas de todo tipos de objetos, en este caso cuadros y láminas que imitan cualquier artista conocido.
La siguiente parada es en la costa, todavía en el sur del país. Se trata de la localidad de Nha Trang, cada vez más preparada para el turismo de playa y descanso. Por costumbre, los vietnamitas no se bañarán hasta la tarde (y casi siempre vestidos), así que por las mañanas encontrareis las playas prácticamente desiertas. Si lo que queréis es relajaros, podéis coger un autobús hasta las aguas termales de Thap Ba, dónde podréis remojaros en el producto estrella de este recinto: las bañeras de barro.
Sin dejar de vista el mar, seguiremos hacia el norte hasta la ciudad portuaria de Hoi An, uno de los lugares más mágicos y románticos del país. Aquí también encontrareis copias de casi cualquier cosa, si bien se especializan en ropa y zapatos. Conseguir el vestido de vuestros sueños es tan fácil como recortarlo de una revista y llevarlo a una de las mujeres de Hoi An, que casi seguro lo convertirá en realidad.
Dejamos la costa para adentrarnos a la antigua capital imperial: la solemne ciudad de Hue. Aquí vivieron los emperadores Minh Mang y Khai Dinh, que construyeron una Citadel inspirándose en la Ciudad Prohibida de Pequín. Uno de los mejores planes en esta región es alquilar una motocicleta y visitar a los enormes campos de arroz de las afueras, descubriendo los pequeños pueblos en los alrededores.
Dejamos definitivamente el sur y nos dirigimos a la capital del país, Hanoi, uno de los lugares más bulliciosos y con más motos del mundo. Cruzar la calle en esta ciudad es un auténtico acto de valentía: motos, bicicletas, taxis, coches y tuk-tuks luchan por dominar el tráfico vietnamita. Sólo hay un consejo para el peatón aventurado: mirar siempre hacia delante, no pararse bajo ninguna circunstancia y jamás dar un paso hacia atrás.
Si sobrevivimos al tráfico de Hanoi, la siguiente parada promete ser mucho más tranquila. Se trata del impresionante Halong Bay, la conocida bahía con montañas que sobresalen del agua como si de un dragón de tratase. De hecho, la traducción es precisamente ‘el dragón que desciende’, y tiene su origen en la leyenda de cómo este animal que baja de los cielos para proteger a Vietnam de las invasiones chinas.
Llegamos al final de nuestro recorrido y lo hacemos con Sapa, muy al norte del país, con unas vistas espectaculares y tranquilizadores, no sin motivo es conocido como ‘la ciudad del silencio’. Aquí tendremos una buena oportunidad para descubrir los grupos minoritarios de Vietnam y comenzar a intuir el impresionante paisaje del país vecino. ¿Será Laos nuestro próximo destino?