Personas procedentes de todo el mundo nos hemos reunido durante 10 sesiones en la misma sala del Centro Cultural Albareda durante 3 horas a la semana. En definitiva, personas de todas las edades, ocupaciones, gustos, rasgos físicos e idiomas diferentes nos hemos encontrado en un punto concreto de Barcelona. Sí, la Barcelona multicultural; ciudad acogedora que promueve el intercambio y la diversidad pero que, dentro de su propio entramado esconde estereotipos, estigmas, discriminaciones, privilegiadas, oprimidas, silencios opresores que dejan ver aquellos restos paternalistas y homogeneizadores de los que aún somos tan esclavas y esclavos.
Es por este motivo que el Teatro Fórum es una forma de expresión de todas nosotras, de experiencias, de sentimientos como el dolor, la alegría, la rabia, la impotencia… sensaciones que hemos vivido cada uno de estos martes todas juntas y que las hemos compartido a través de debates y actividades que nos han hecho reflexionar y, sobre todo, escuchar, escucharnos. Pero, ¿exactamente que hemos hecho estos días?
Ante todo nos hemos conocido, nos hemos abrazado simbólicamente y literalmente y, esto ha hecho que nos pudiéramos abrir entre nosotros, querer saber la una de la otra, contarnos nuestras opiniones e inquietudes a través de todas las actividades propuestas por las dinamizadoras en las que tratamos conceptos como los de interseccionalidad, desigualdades, situaciones de vulneración, restricciones sociales aparentemente invisibles pero, que están y nos afectan, entre muchos otros. Un día, nos propusieron explicar vivencias personales en que hubiéramos oído o visto un caso de discriminación y, después de compartirlos todos, decidimos hacer dos grupos y cada uno escogió uno de los casos para representarlo ante un público: sin guiones y dejándonos guiar por lo que sentíamos en el momento y, así fue.
El día de la representación teatral, con la sala de butacas llena, comenzamos interactuando directamente con las espectadoras y los espectadores. Tras salir cada una de las actrices y los actores en el escenario diciendo una frase que pudiera representar “La Barcelona cosmopolita y diversa” bajamos y caminamos junto al público repitiendo todas a la vez las diferentes frases, creando un caos auditivo propio de las Ramblas de Canaletas, lugar que queríamos representar. Una vez abajo, las dinamizadoras Cris y Noé, propusieron a las personas del público de levantarse y hicimos una actividad entre todas para “romper el hielo”: nos saludamos con el tacto, con la mirada, con la voz… y esto facilitó que luego el público estuviera mucho más participativo.
Interacción inicial entre las actrices y las espectadoras
Seguidamente pasamos a representar las escenas: La primera de ellas llamada La zapatería, se centraba en el conflicto de la racialización, la discriminación fenotípica, en definitiva, el racismo persistente. En esta escena una joven estudiante universitaria, catalana de ascendencia colombiana, trabaja en una zapatería en el paseo de Gracia y se encuentra con una clienta que la trata despectivamente desde el primer momento diciendo frases como “No entiendo como le dan trabajo a gente de fuera teniendo tanta gente del país sin trabajar”. La chica, manteniendo la compostura, se acaba hundiendo cuando la encargada de la tienda le da preferencia a la clienta a pesar de ser consciente del comportamiento racista y, además, la despide para “no dar una mala imagen”.
Representamos diferentes escenas en las que se puede ver a la chica racializada, su amiga de la universidad, su compañero de trabajo, la encargada del trabajo y la clienta racista.
La segunda obra titulada Normalización de la lengua, fue la escenificación de un aula para aprender la lengua catalana en la que el profesor, no mostraba ninguna empatía para todas aquellas personas que asistían y que, por el contrario, se mofaba de una manera u otra. Además, fueron surgiendo reacciones racistas entre los mismos alumnos que terminaron conduciendo al caos total de la clase y creando una división entre aquellos que tenían un nivel de castellano y catalán más avanzado de aquellos que incluso dominaban poco el castellano y, aunque parecía tener un tono más humorístico, en realidad, escondía una serie de estereotipos que nos ayudaron a hacernos reflexionar sobre aquello de lo que estábamos riéndonos.
Alumnos de la clase de Normalización de la lengua
Al finalizar las escenas, el público conmovido por el desenlace, comenzó a debatir y compartir opiniones así como posibles soluciones para que la escena tuviera un final justo y subieron al escenario bastantes voluntarios para intentar cambiar las historias. Fue emocionante y divertido ver como algunas propuestas funcionaban y otros parecía que no mucho, esto dio juego además participación entre todas y, fue muy bonito escuchar la voz de las más jóvenes, niñas pequeñas que hablaron abiertamente y que nos dieron una esperanza de cambio positivo en las futuras generaciones.
En conclusión, el 9 de abril, la sala se convirtió en un juego entre actrices y espectadoras, una interacción que permitió hacer una pancarta grande y clara protesta contra una sociedad dominante así como una autocrítica a nosotras mismas. Pudimos cuestionarnos esta aparente diversidad tan encantadora que, en realidad, no hace más que perpetuar discriminaciones. ¡Pero nos vamos contentas! Con ganas de explicarlo a más gente, de compartir estas nuevas perspectivas de vida que tanto nos han enriquecido y que hemos disfrutado hasta el último segundo. El Teatro Fórum de Casa Asia nos ha dejado con ganas de más y, por supuesto, volveremos a repetir.
Esta experiencia de Teatro Fórum se organiza dos veces al año, la próxima edición, la XVII, será de octubre a diciembre 2019. Si os gusta el teatro y reflexionar y debatir sobre la convivencia intercultural y la diversidad, ¡no os lo perdáis!
Aprovechamos para agradecer una vez más la colaboración del Centro cultural Albareda.
Zareth Bedoya Aguirre
Practicante de la Escuela de Bambú de Casa Asia y participante del grupo de TF