El pasado 17 de octubre Brunei, en tanto que presidencia rotatoria de ASEAN, decidió excluir al Presidente del Consejo de Administración del Estado de Myanmar, el golpista Min Aung Hlaing. Se trata de lo más parecido a un puñetazo en la mesa que ASEAN haya dado en sus 54 años de existencia y es un indicio de la frustración de varios de los EEMM de la Asociación con la actitud del gobierno salido del golpe.
En las primeras semanas que siguieron al golpe del 1 de febrero, ASEAN se movió con la cautela que la caracteriza, evitando movimientos estridentes y tratando de echar un capote a los generales golpistas. Su primera declaración, emitida el mismo día del golpe, se limitó a recordar los principios de la Carta de ASEAN, que incluyen el respeto de la democracia, el Estado de Derecho, el buen gobierno, los DDHH y las libertades fundamentales, a animar la continuación del diálogo y a pedir la reconciliación y el retorno a la normalidad conforme a la voluntad e intereses del pueblo de Myanmar. Ninguna mención a los políticos detenidos.
Desde muy pronto quedaron en evidencia las divisiones entre los EEMM miembros. Brunei, Indonesia, Malasia y Singapur fueron los más críticos con Min Aung Hlaing. Filipinas mantuvo una posición equívoca y contemporizadora, que a lo largo de los meses ha ido transformándose en una postura más crítica. Camboya, Laos y Vietnam simpatizaban con los militares birmanos, pero no hasta el extremo de provocar una ruptura de la Asociación sobre la cuestión. Finalmente estaba Tailandia, que tiene estrechas relaciones de longa data con los militares birmanos y con más de dos mil kilómetros de frontera común y numerosos intereses económicos, era el país más interesado en la paz y la estabilidad de Myanmar. La actitud de Tailandia fue la de mediar entre los militares y la Asociación de manera discreta, hasta que al cabo de los meses se fue instalando, como muchos de los demás miembros, en la frustración.
Las divisiones quedaron en evidencia en la reunión informal de los Ministros de AAEE de ASEAN del 2 de marzo. De los diez puntos del comunicado final, sólo tres se refirieron a Myanmar. En el octavo los Estados miembros de ASEAN expresaron su preocupación por la situación en Myanmar y pidieron a todas las partes que dialogasen y se abstuvieran de violencias. Nuevamente los Ministros no quisieron pedir directamente la liberación de los presos políticos y la Declaración se limitó a señalar que los Estados miembros habían oído algunos llamamientos para la liberación de los presos políticos. Finalmente, la Declaración aludió a la importancia de mejorar la situación en el Estado Rakhine, pero lo hace en el aire, sin mencionar el contexto en que se debería mejorar esa situación, que es el de un país bajo un régimen militar.
Mientras tanto la situación en Myanmar no paraba de empeorar y el Consejo de Seguridad de NNUU había empezado a abordar la cuestion de Myanmar con tintes cada vez más urgentes. El 5 de marzo el CSNU emitió una declaración en la que por primera vez otorgó relevancia al papel que ASEAN podía jugar en la crisis birmana.
La Cumbre especial sobre Myanmar que ASEAN celebró en Yakarta el 24 de abril fue precisamente un intento de jugar ese papel relevante, pero dentro de los principios aseánicos de no-ingerencia y de búsqueda del consenso y del acuerdo de los países involucrados. Prueba de esto es que se invitó a la misma al general Min Aung Hlaing. ASEAN estaba pensando seguramente en reeditar su éxito de 2008, cuando el ciclón Nargis sacudió Myanmar. En aquella ocasión ASEAN medió entre la comunidad internacional y los militares birmanos y coadyuvó a que encontraran los cauces para el suministro de la ayuda humanitaria.
En la Cumbre se encontraron la tibieza de una ASEAN dividida con la inflexibilidad y la arrogancia del Min Aung Hlain. El resultado fue decepcionante. De la reunión salieron cinco puntos de consenso para resolver la crisis, entre los que no se contaba la liberación de los presos políticos. Este punto, que figuraba en un primer borrador, fue eliminado a instancias de la parte birmana. Aun así, tan pronto hubo regresado a Yangón, Min Aung Hlaing declaró que los cinco puntos eran unas “sugerencias constructivas” , pero que ahora de lo que se trataba era de “mantener la ley y el orden” y “restaurar la paz común y la tranquilidad”.
El 22 de junio la Asamblea General de NNUU aprobó una resolución sobre Myanmar después de cuatro meses de negociaciones en las que ASEAN tuvo un papel protagonista. ASEAN logró que la resolución acomodase sus preocupaciones. En concreto, para satisfacer sus exigencias, se ensalzó el papel de la Asociación en la resolución de la crisis y se exhortó a la junta militar que aplicara los cinco puntos de consenso aseánicos, se suavizó la referencia al embargo de armas que quedó en un prevenir “la afluencia de armas hacia Myanmar” y se redujeron las críticas al golpe militar. La resolución, eso sí, pedía a los militares birmanos que respetasen los resultados de las elecciones del 8 de noviembre de 2020 y que liberaran a los presos políticos.
La comunidad internacional seguía reconociendo la primacía de ASEAN en la resolución de la crisis de Myanmar. Pero la Asociación se mostraba incapaz de actuar de manera decidida y de influir sobre los militares birmanos.
Fracasados los cinco puntos de consenso, la única decisión prometedora de la Cumbre del 24 de abril fue designación de un Enviado Especial de ASEAN para Myanmar. Incluso esta decisión aparentemente más sencilla se convertiría en otra fuente de bochorno para ASEAN. Durante casi tres meses y medio la Asociación se mostró incapaz de decidirse entre el candidato indonesio y el candidato tailandés. Finalmente el 4 de agosto se eligió a un candidato de consenso: el Segundo Ministro de AAEE de Brunei, Erywan Yusof.
Tras la designación de Erywan, vino la siguiente decepción: los obstáculos de las autoridades birmanas para permitir su visita al país. Después de varias semanas de negociaciones, el 15 de octubre, Erywan canceló la visita programada, despúes de que las autoridades birmanas le hubieran comunicado que no podría mantener una reunión con Aung San Suu Kyi, quien se encuentra detenida y sin contactos con el mundo exterior desde el día del golpe. La justificación fue que las autoridades daban prioridad a la paz y la tranquilidad en el país y que dados los casos criminales en los que estaba inmersa Aung San Suu Kyi, no se podía autorizar la visita. No quisieron aceptar ni la breve visita de cortesía con la que posiblemente se habría conformado Erywan.
La decisión de no invitar a Min Aung Hlaing a la Cumbre ha sido la única manera de devolver la credibilidad a ASEAN, después de meses de inacción, movimientos timoratos y desplantes continuos de las autoridades birmanas. Por el momento ASEAN ha recuperado parte de la reputación perdida. Si estamos ante un cambio cualitativo o ante un gesto aislado y reversible, lo sabremos pronto. Camboya organiza los próximos 25 y 26 de noviembre la Cumbre ASEM y, además, asumirá la presidencia rotatoria de ASEAN en 2022. Lo que decida Camboya sobre la asistencia de Min Aung Hlaing marcará la pauta.
Emilio de Miguel, embajador de España en Tailandia