“En los viejos tiempos, si alguien tenía un secreto que no quería compartir, subía a una montaña, buscaba un árbol, le hacía un agujero y susurraba el secreto. Luego lo tapaba con barro y dejaba el secreto ahí, para siempre”. Con estas palabras el director Wong Kar Wai convirtió al templo de Angkor Wat en el lugar ideal para dejar un secreto amoroso, tal y como lo hace su personaje de Deseando amar (In the Mood for Love) al final de la cinta. No es de extrañar que el director eligiera este escenario silencioso y mágico para acabar su película, como tampoco lo es que otro film más comercial lo utilizara para sus persecuciones: el Tomb Raider de Angelina Jolie.
Y es que los templos de Angkor poseen una magia difícil de transmitir con palabras. Cuenta la leyenda que los descubrió el naturalista francés Henri Mouhot mientras perseguía mariposas en 1859, un año antes de publicar su Viaje a los reinos de Siam, Camboya y Laos. El libro abrió el interés de Occidente por estos templos abandonados, aunque las ruinas ya eran conocidas por el rey Ang Cham, que movió su corte allí, y los exploradores y misionarios Diogo do Couto, Antonio da Magdalena o Charles-Emile Bouillevaux, que también publicó Viaje a Indochina 1848–1846, Annam y Cambodia.
Todos ellos compartieron una experiencia que aún hoy puede encontrarse en Angkor: insectos que revolotean sin descanso, calor sofocante, animales que no temen a los humanos y gigantescos árboles centenarios. Esta jungla tropical tiene sin embargo una particularidad única: pueden encontrarse ruinas en medio de la nada, devoradas por la vegetación tropical, símbolo de una etapa dorada que cayó en el olvido. Otro lugar más frecuentado es la ‘Ciudad del Templo’ o Angkor Wat, que se ha convertido en el símbolo por excelencia del recinto. Dedicado al dios hindú Vishnú y construido por el rey Suryavarmman II en el siglo XII, tiene cinco torres que simbolizan el centro del universo indio, y ha sido habitado durante siglos por monjes budistas que aún hoy visitan el templo.
La recomendación es visitarlo de madrugada, justo antes de la salida del sol, y adentrarse en él mientras los turistas hacen fotos al cielo. Se puede llegar en coche, tuk-tuk o bicicleta desde el pueblo de Siem Riep, y se recomienda un mínimo de dos días para visitarlo todo. También es importante ir vestido con las rodillas y los hombros cubiertos (especialmente las mujeres), porque en algunos templos sólo se podrá entrar así. Valdrá la pena pasar calor para descubrir esta impresionante muestra del poder y riqueza del imperio Khmer, que llegó a extenderse por Tailandia, Laos y parte de Vietnam. Dice la leyenda que sus templos fueron construidos por los dioses, y hoy en día siguen descubriéndose y reconstruyéndose constantemente. Aprovechen y visítenlos antes de que los turistas no les dejen susurrar en sus piedras.