10/05/2018 | Actualidad

El Programa de Diversidad e Interculturalidad y la Escuela de Bambú de Casa Asia junto con el Programa BCN de Interculturalidad del Ayuntamiento de Barcelona, son los promotores de este proyecto, que ofreció un escenario para presentar al público, a partir de tres escenas, los conflictos de la convivencia intercultural, pero también el cuestionamiento de estereotipos. Además de las 20 personas de orígenes culturales diversos que formaban parte del proyecto, también participaron las más de 50 personas que conformaban el público de espectadores, que tras la presentación de cada escena se animaron a aportar sus reflexiones y opiniones e incluso a probar en escena como se podrían transformar las situaciones de opresión que se les presentaron. Todo un reto que permite adquirir confianza y poder reaccionar ante situaciones de opresión similares que presenciamos a diario.

Antes de empezar la representación, las actrices y los actores caminaron entre las personas sentadas en el público propagando rumores relacionados con estereotipos muy difundidos en nuestra sociedad, con el fin de poner a los asistentes en la piel de quiénes son objeto de esos prejuicios: “Todos los gitanos roban”, “Los musulmanes son todos terroristas” o “Las lesbianas son unas guarras”, fueron algunas de las frases que llenaron de duda al público, quién no recibió previo aviso del motivo de esas intervenciones.

La primera escena trató la discriminación lingüística, la cual a menudo se considera un grave problema social, mostrando un caso que posiblemente pueda ocurrir diariamente. Para expresar esto, se representó un conflicto originado en el metro, donde los viajeros tenían dificultades para hacer entender a las operadoras que las máquinas no funcionaban correctamente. Sin embargo, estas dos trabajadoras dejaron pasar sin problema a dos chicas que hablaban castellano, haciendo entender que discriminaban a los otros pasajeros por tener una lengua diferente a la suya. Sin embargo, la participación del público en esta escena permitió transformar el conflicto y resolverlo, pues se propuso que las chicas de habla hispana se enfrentaran a las dos trabajadoras. Así pues, esta escena mostró un caso de xenofobia y racismo, puesto que las personas discriminadas eran extranjeras.

La segunda escena representó el conflicto en una familia conformada por una madre y un hijo de origen chino, el cual le comunicó a su madre que quería irse a vivir con su novia, originaria de Argentina. La madre, por su parte, no aceptó tal relación, puesto que su supuesta nuera no era china, ni tan solo española y eso le causó rechazo. Fue un choque muy difícil de resolver por parte del público, pero un espectactor joven intentó cambiar esta situación, mostrando que todos somos personas con rasgos culturales propios, pero merecemos igual respeto y que hay que valorar, aceptar y convivir con dicha diversidad cultural.

La tercera y última escena, puso sobre la mesa el cómo defender el poder de las mujeres frente al machismo, una problemática a la orden del día en nuestra sociedad. Los actores y actrices mostraron una discusión entre una mujer marroquí con su marido catalán, a raíz de que la madre de la chica estaba enferma y a punto de morir, y su marido no le permitía salir de casa para visitarla. La audiencia sintió una profunda empatía hacia la mujer y una señora del público también subió al escenario substituyendo a la esposa oprimida e intentó defender su derecho como mujer y persona.

En esta escena, también vimos como no había una unión entre mujeres, sino que la madre y la hermana del marido contribuían a la perpetuación de las actitudes machistas del hijo. Esta es una realidad universal, presente en todas las culturas, aunque la sororidad entre mujeres se está visibilizando cada vez más.

Cabe mencionar que estas situaciones conflictivas no son exclusivas ni de la cultura china ni de la marroquí, sino que también se dan estos casos en nuestra sociedad. Constantemente tendemos a pensar que esto sólo pasa en los países que muchos llaman tradicionales o menos desarrollados (pero que no lo son); sin embargo, la realidad es otra: el racismo, la xenofobia, el machismo y los juicios de valor, se dan en todas partes.

De hecho, todos los temas que presentaron eran cotidianos y posiblemente ocurren en la vida de todas las personas. El proyecto, destacado por la Comisión Europea como buena práctica de integración desde sus inicios en el año 2012, tiene como objetivo promover la participación diversa y el debate en torno a la convivencia intercultural en la ciudad.

Si quieres más información sobre el proyecto o si quieres participar en futuras ediciones, ponte en contacto con nosotras: [email protected]

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