Las cinematografías de Asia Central son poco conocidas en la mayor parte de ciudades europeas, no sólo debido a la falta de recursos para su producción y circulación, sino también a su aislamiento histórico. Casa Asia ha traducido y subtitulado estas diez películas, que, por una parte, son un claro paradigma de la influencia de la estética soviética, en blanco y negro, y, por otra, del nuevo cine independiente que despunta.
Próxima y última proyección, 26 de marzo: El orador. Con motivo de la jornada solidaria para Japón, la proyección empezará a las 20 horas
El ciclo que se presenta aborda diez producciones que pertenecen a dos épocas significativas: la primera, entre 1963 y 1972, que se caracteriza por un desvío de los tópicos temas de la filmografía soviética, a favor de la construcción de una conciencia nacional en cada una de las cinco repúblicas; el segundo período, de 1992 a 1998, arranca con la disolución de la URSS y la independencia de las repúblicas centroasiáticas, donde el cine se convierte en un instrumento para reconstruir la identidad perdida de los pueblos de Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.
Programación:
– Sábado, 22 de enero de 2011, a las 19.30 h «No eres huérfano» (Ty ne sirata) Uzbekistan. Shukhrat Abbasov. 1963.
Esta película uzbeka redunda en algunos de los temas característicos del cine soviético de los años sesenta, relacionados con los episodios más dramáticos originados por la II Guerra Mundial. No obstante, Shukhrat Abbasov supo dotarles de una luz diferente, conservando la ideología formal soviética y sustituyendo el papel de benefactores que se les solía otorgar a los rusos o eslavos, por la generosidad de una familia uzbeka, que se hace cargo de catorce niños de diferentes nacionalidades, huérfanos de guerra. La familia uzbeka reemplaza al «padre ideológico», al Estado, que contradictoriamente habría debido encargarse de su protección, tal y como se pone de manifiesto en aquellas escenas donde se marcan las normas de convivencia doméstica.
– Sábado, 29 de enero de 2011, a las 19.30 h «Montañas blancas» (Velye gory) Kirguistán. Melis Ubukeyev. 1964.
La historia se desarrolla apenas pasada la rebelión que protagonizaron los kirguises en 1916 contra la colonización zarista, y tras la consolidación de la Revolución Socialista en la región. Un río divide un paisaje desolado: los habitantes de la orilla derecha intentarán alcanzar el lado izquierdo, donde se han establecido los nuevos órganos de poder. Tras haber salvado la vida gracias a la intervención de un soldado del Ejército Rojo, Mukash debe cruzar el río para seguir adelante. En la huida, Mukash se va encontrando un paisaje sembrado de tumbas y pueblos arrasados, hasta que conoce a una anciana ciega que cuida de sus hijas, las únicas supervivientes de la familia, y una de ellas le acompañará en su viaje. Las tomas largas y una música muy expresiva crean una constante sensación de tragedia que, unido a la escasez de referencias culturales directas, amplifica la sensación de drama nacional que vivió el pueblo kirguís.
– Sábado, 5 de febrero de 2011, a las 19.30 h «Hassan-Arbakesh» Tayikistán. Boris Kimyagarov. 1965.
Esta obra de Boris Kimyagarov es una protesta contra el poder soviético en Tayikistán, y una denuncia del conflicto entre dos mundos y dos culturas. Pero, al contrario de lo que ocurre con otras obras antisoviéticas que mostraban luchas y derramamiento de sangre, Kimyagarov enseña el proceso de sovietización pacífica, que para Stalin, no obstante, era más peligroso que la violencia. Hassan es un pobre carretero que, enamorado de la bella Saodat, inicia una verdadera odisea para ganar dinero y poder casarse con ella. En realidad, Hassan es el héroe épico, la personificación del hombre honrado y valiente que vence dificultades mientras ayuda a los desvalidos; el problema que plantea la película es que Hassan es un tipo de héroe que los nuevos tiempos no necesitan. La sovietización de Asia Central, con sus ejércitos de obreros trabajando en fábricas o mujeres rechazando el velo islámico tradicional, no busca héroes individuales que destaquen por sus cualidades, sino un gran colectivo homogéneo.
– Sábado, 12 de febrero de 2011, a las 19.30 h «La tierra de los padres» (Zemlya otsov) Kazajstán. Shaken Aymanov. 1966.
Es una de las películas kazajas más brillantes de la época soviética. El joven guionista, poeta y músico Olhzas Suleimenov, junto a Shaken Aymanov, uno de los fundadores del cine kazajo, trabajaron juntos en la elaboración de esta película. De las once películas, rodadas entre 1954 y 1970, este largometraje es único por mostrar el sufrimiento real del autor por el destino de su país y el de sus compatriotas. La historia empieza un año después de finalizar la II Guerra Mundial. Los protagonistas, un anciano y su nieto, recorren Kazajstán en tren para poder encontrar el cadáver de su hijo, que murió en Rusia, y así poder enterrarlo en su hogar. Durante el viaje, surge el diálogo generacional: entre un viejo arqueólogo que representa el modelo occidental, un anciano cuya prioridad es la tradición y su nuera, que hace el papel de mediadora entre estos dos mundos contrapuestos
– Sábado, 19 de febrero de 2011, a las 19.30 h «La nuera» (Nebestka) Turkmenistán. Khodzhakuli Narliev. 1972.
Tanto el argumento como las localizaciones y el estilo minimalista de los diálogos y la acción hacen de esta película un retrato del pueblo turkmeno. Basada en una historia que el propio Narliev vivió en la infancia, la película narra las vivencias de un anciano y su nuera Ogulkeik, cuyo marido ha muerto en la guerra, pero ella sigue esperando que vuelva. Éste sigue apareciendo en su imaginación, que ve en cada gesto una premonición del regreso. La guerra es la causante de la ruptura familiar, de que Ogulkeik no pueda tener hijos y de que su sueño de ser madre no se cumpla.
– Sábado, 26 de febrero de 2011, a las 19.30 h «Kosh ba Kosh» Tayikistán. Bakhtiyar Hudoinazarov. 1993.
La gran contribución de esta película al cine de Asia Central es la historia de amor que se narra entre muerte y destrucción, a causa de la guerra civil que devastó Tayikistán tras asumir la independencia. Paisajes y escenas de guerra aparecen como telón de fondo para la historia trágica de amor entre Daler y Mira. El director, Hudoinazarov, nos transporta a otro mundo dentro del mundo en guerra; Daler, tras salvar a Mira de una apuesta en la que ella era el premio, la lleva consigo a las montañas, donde él trabaja en una estación de funicular que une la ciudad con las montañas. En las alturas reina la paz, pero el funicular conecta con la tierra y con la guerra, haciendo que en ocasiones este nexo pueda ser vital para la pareja, pero también origen de la desgracia.
– Sábado, 5 de marzo de 2011, a las 19.30 h «Pequeño ángel, hazme feliz» ( / Angelochek, sdelai radost) Turkmenistán. Usman Saparov. 1993
Usman Saparov consiguió rodar una historia del pueblo turkmeno, sin que éste apenas aparezca. A través de Georg, un niño alemán que vive en Turkmenistán, Saparov pone de relieve algunas injusticias cometidas por el régimen soviético, puesto que Stalin consideraba las nacionalidades «peligrosas» y potencialmente traidoras. Como en gran parte de las repúblicas de Asia Central, en Turkmenistán se asentaron diversas comunidades, el pequeño Georg vive en una colonia alemana hostigada por los soviéticos, que los tratan como si fueran cómplices de sus enemigos nazis. Al otro lado del río, un tranquilo pueblo turkmeno vive ajeno a este drama. Georg se mueve entre los dos mundos, sin prejuicios, pero dejando ver la complejidad que plantea el problema de la diversidad étnica en Asia Central, convirtiéndose en uno de los paradigmas del eterno conflicto de identidad de la región.
– Sábado, 12 de marzo de 2011, a las 19.30 h «Aksuat» Kazajstán. Serik Aprymov. 1998.
Esta película marca un hito en la cinematografía de Kazajstán, por entender el cine como un medio de comunicación vinculado al proceso de construcción nacional. Hasta entonces, la producción cinematográfica en Kazajstán había estado condicionada por las líneas ideológicas y formales del sistema soviético; posteriormente, debido a una especie de síndrome postcolonial mostró un rechazo hacia las propias costumbres tradicionales. Aprymov recorrió este camino desde que rodó en 1989 «Última parada», donde se mostró hostil a la exaltación de las tradiciones de su país. Por el contrario, en «Aksuat» su perspectiva cambia por completo; la historia reúne y separa a dos hermanos: Kanat, el más joven, vive en la ciudad, y Aman, sigue en el pueblo. Kanat se ha convertido en un empresario y «nuevo rico» que ya no habla kazajo, sino sólo ruso, pero tiene que volver a Aksuat con su esposa rusa embarazada huyendo de unos acreedores. La paradoja es que el triunfador acaba hundido y fracasado, mientras Aman sigue siendo un hombre respetable que cuida de su familia. No obstante, tampoco el entorno de Aman es idílico, debido a la expansión de la mafia local, pero aún así, su integridad parece a prueba de toda adversidad.
– Sábado, 19 de marzo de 2011, a las 19.30 h «Beshkempir» Kirguistán. Aktan Abdykalikov. 1998.
Aktan Abdykalykov consiguió «reinventar» el cine kirguís, con una nueva perspectiva, desprendiéndose de la tradición cinematográfica soviética. La historia de Beshkempir se centra en el uso de un lenguaje y un simbolismo tradicional propio del pueblo kirguís, huyendo de cualquier referencia cultural eslava. El joven protagonista realiza un viaje vital que empieza con su adopción por parte de un grupo de cinco ancianas, y concluye con el entierro de una de ellas. Estas mujeres mantienen los rituales convencionales, conminando al joven a que los siga respetando cuando ellas falten. Esta muerte marca el fin de su infancia y el cumplimiento de un ciclo, a partir del cual se convierte en un adulto dispuesto a enfrentarse a los retos que le plantea la vida.
– Sábado, 26 de marzo de 2011, a las 19.30 h «El orador» (Orator) Uzbekistán. Yusup Razykov. 1998.
Yusup Razykov adopta uno de los géneros clásicos de la región: el de las películas revolucionarias y heroicas de los primeros tiempos bolcheviques, con el ánimo de revisar viejos esquemas y formas de narrar. Iskander, el protagonista, es un pobre carretero que se ve envuelto en situaciones difíciles dentro de su comunidad. Al regresar un día a casa, encuentra a su hermano agonizando, y al morir éste, según la tradición, debe hacerse cargo de sus bienes, su casa y sus dos mujeres. Al ser uno de los pocos que hablan ruso en su comunidad, se ve obligado a colaborar con el órgano de propaganda del régimen. Su situación se hace insostenible, porque además tiene que ocuparse de tres esposas y un hogar, motivo por el cual las autoridades le instan a quedarse sólo con una mujer, y él decide irse con otra joven revolucionaria, experimentando el proceso de hibridación cultural existente. Entre tanto, serán sus tres esposas anteriores las portadoras de la verdadera identidad uzbeka.
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